jueves, 3 de septiembre de 2020

PINCELADA ARQUEOLÓGICA DE TEJADA LA VIEJA (1)



Por Juan C. Luque Varela, Cronista oficial de la Villa
En su obra “Sumario de las antigüedades romanas que hay en España…” (Madrid 1832), CEAN BERMÚDEZ, Juan Agustín cita, entre otros, el hallazgo de una lápida sepulcral romana y afirma lo siguiente: “En Castilleja del Campo se hallan restos y reliquias de construcciones turdetanas”. Esta escueta descripción no documenta las raíces de nuestra historia, pero  podemos aventurar que nos acerca a la cultura de la sociedad tartésica.  
Por ser un enamorado de los tartessos y por la importancia del enclave, vamos a tratar de nuevos descubrimientos sobre Tejada la Vieja. Un yacimiento que si para algunos es un lugar desconocido, ni mucho menos es así para la comunidad científica. De hecho, Tejada la Vieja es constantemente estudiada por los profesionales de la arqueología y protohistoria ibérica. Todos estos trabajos, además de los interesantes datos que aportan, también han abierto otras muchas incógnitas sobre este lugar arqueológico.  

En Tejada la Vieja se ubican los restos de una gran ciudad fortificada de época tartésica que vivió básicamente de la minería y la metalurgia. El yacimiento con 6,4 Ha de extensión está emplazado sobre una meseta compuesta por tres terrazas escalonadas. La muralla, que se extiende a lo largo de 1474 m., solo conserva su base pétrea con un glacis característico para la defensa de las ciudades de aquella época.

El programa de investigación arqueológica, llevado a cabo entre 1982 y 1987 por el Servicio de Arqueología de la Diputación de Huelva, estuvo dirigido por el doctor especializado en protohistoria, D. Jesús Fernández Jurado (1). Desarrollado en Tejada la Vieja (Escacena del Campo, Huelva), fue múltiple y diverso pero con un único fin: dar a conocer y poner en valor cultural el yacimiento arqueológico y las características socio-económicas de la comunidad que habitó esta ciudad protohistórica.
Los trabajos realizados en cinco campañas de excavaciones arqueológicas nos permiten conocer el fundamento económico de esta sociedad: la minería y la metalurgia, sin olvidar los aspectos agropecuarios.
Las construcciones y el urbanismo del yacimiento, sugieren una fundación no anterior al siglo VIII a.C., correspondiente a las primeras construcciones de edificios públicos y de viviendas. Respecto a las construcciones y el urbanismo en general del último periodo de la ocupación, descubre  que se hacían de forma concienzuda y planificada, conviviendo los edificios públicos con los privados, destacando una mejor técnica constructiva y cuidado en la ejecución de los primeros en relación con los segundos.
Por otra parte –según apunta Fernández Jurado– “puede afirmarse que la muralla y fortificación que rodea todo el asentamiento fue construida desde la primera ocupación del lugar, sufriendo continuadas obras de reparación y mantenimiento que se reflejan en la edificación de nuevos paramentos en la cara sur y los contrafuertes trapezoidales”.


Lo que más sorprende al visitante cuando, desde “intramuros”, ve todo a su alrededor, es la grandeza en extensión de Tejada la Vieja y su yacimiento arqueológico que, como se ha dicho, se asentaron a fines del siglo VIII a.C., siendo habitado ininterrumpidamente  hasta el siglo IV a.C. Si bien se perciben cambios sustanciales en el siglo VI a.C., cuando su economía pasa a ser fundamentalmente agraria y ganadera.

Aún sin excavar la totalidad de los restos de habitación, con los estudios llevado a cabo en el yacimiento, se puede especular con la cantidad de habitantes que tuvo Tejada la Vieja. Podemos decir que, teniendo en cuenta la extensión territorial de las tres terrazas sobre las que se asienta, podría haber albergado entre uno o dos millares de personas, documentando así una población bastante importante para la época y el lugar.  Pero, al no pervivir hasta la época romana, se desconocen su nombre antiguo, los accesos a la ciudad y  la ubicación de su necrópolis.
En este sentido, el hecho de no conocerse su situación no quiere decir, evidentemente, que no exista ni que no se haya buscado. De hecho, Fernández Jurado en el proceso de investigación para encontrar la necrópolis, llegó a excavar un pequeño montículo extramuros de la ciudad donde se apreciaban restos de ocupación. Este, además, estaba parcialmente rodeado por el arroyo que fluye a los pies de la ciudad. Pero, muy lejos de encontrar lo que esperaba, el arqueólogo descubrió un destacamento militar romano que controlaba la misma ruta del mineral donde se fundó Tejada la Vieja.

Dada su importancia, esta ciudad debió tener una o más necrópolis donde dar sepultura a sus muertos, pero… ¿dónde está? Como se ha dicho, el arqueólogo Fernández Jurado la buscó sin excito, por tanto supuso que pudiera estar ubicada fuera de la ciudad amurallada. No obstante, no se descarta que pudiera encontrarse incluida intramuros del recinto, bajo las casi cinco Ha que aún quedan por descubrir. Otro misterio más de los muchos que todavía guarda la fabulosa Tejada La Vieja.

1.- FERNANDEZ JURADO, Jesús. Campañas de Excavaciones Arqueológicas en el Yacimiento Protohistórico de Tejada la Vieja. Sección de Arqueología de la Diputación de Huelva (1982-87)

Historia 074. Castilleja del Campo, jueves 3 de septiembre de 2020