Por
Juan C. Luque Varela, Cronista oficial de la Villa
En su obra “Sumario de
las antigüedades romanas que hay en España…” (Madrid 1832), CEAN BERMÚDEZ, Juan
Agustín cita, entre otros, el hallazgo de una lápida sepulcral romana y afirma
lo siguiente: “En Castilleja del Campo se hallan restos y reliquias de
construcciones turdetanas”. Esta escueta descripción no documenta las raíces de
nuestra historia, pero podemos aventurar
que nos acerca a la cultura de la sociedad tartésica.
Por ser un enamorado de
los tartessos y por la importancia del enclave, vamos a tratar de nuevos
descubrimientos sobre Tejada la Vieja. Un yacimiento que si para algunos es un
lugar desconocido, ni mucho menos es así para la comunidad científica. De
hecho, Tejada la Vieja es constantemente estudiada por los profesionales de la
arqueología y protohistoria ibérica. Todos estos trabajos, además de los interesantes
datos que aportan, también han abierto otras muchas incógnitas sobre este lugar
arqueológico.
En Tejada la Vieja se
ubican los restos de una gran ciudad fortificada de época tartésica que vivió básicamente
de la minería y la metalurgia. El yacimiento con 6,4 Ha de extensión está
emplazado sobre una meseta compuesta por tres terrazas escalonadas. La muralla,
que se extiende a lo largo de 1474 m., solo conserva su base pétrea con un
glacis característico para la defensa de las ciudades de aquella época.
El programa de
investigación arqueológica, llevado a cabo entre 1982 y 1987 por el Servicio de
Arqueología de la Diputación de Huelva, estuvo dirigido por el doctor
especializado en protohistoria, D. Jesús Fernández Jurado (1). Desarrollado en
Tejada la Vieja (Escacena del Campo, Huelva), fue múltiple y diverso pero con
un único fin: dar a conocer y poner en valor cultural el yacimiento
arqueológico y las características socio-económicas de la comunidad que habitó
esta ciudad protohistórica.
Los trabajos realizados
en cinco campañas de excavaciones arqueológicas nos permiten conocer el
fundamento económico de esta sociedad: la minería y la metalurgia, sin olvidar
los aspectos agropecuarios.
Las construcciones y el
urbanismo del yacimiento, sugieren una fundación no anterior al siglo VIII
a.C., correspondiente a las primeras construcciones de edificios públicos y de
viviendas. Respecto a las construcciones y el urbanismo en general del último
periodo de la ocupación, descubre que se
hacían de forma concienzuda y planificada, conviviendo los edificios públicos
con los privados, destacando una mejor técnica constructiva y cuidado en la
ejecución de los primeros en relación con los segundos.
Por otra parte –según
apunta Fernández Jurado– “puede afirmarse que la muralla y fortificación que
rodea todo el asentamiento fue construida desde la primera ocupación del lugar,
sufriendo continuadas obras de reparación y mantenimiento que se reflejan en la
edificación de nuevos paramentos en la cara sur y los contrafuertes
trapezoidales”.
Lo que más sorprende al
visitante cuando, desde “intramuros”, ve todo a su alrededor, es la grandeza en
extensión de Tejada la Vieja y su yacimiento arqueológico que, como se ha
dicho, se asentaron a fines del siglo VIII a.C., siendo habitado
ininterrumpidamente hasta el siglo IV
a.C. Si bien se perciben cambios sustanciales en el siglo VI a.C., cuando su
economía pasa a ser fundamentalmente agraria y ganadera.
Aún sin excavar la
totalidad de los restos de habitación, con los estudios llevado a cabo en el
yacimiento, se puede especular con la cantidad de habitantes que tuvo Tejada la
Vieja. Podemos decir que, teniendo en cuenta la extensión territorial de las
tres terrazas sobre las que se asienta, podría haber albergado entre uno o dos
millares de personas, documentando así una población bastante importante para
la época y el lugar. Pero, al no
pervivir hasta la época romana, se desconocen su nombre antiguo, los accesos a
la ciudad y la ubicación de su
necrópolis.
En este sentido, el
hecho de no conocerse su situación no quiere decir, evidentemente, que no
exista ni que no se haya buscado. De hecho, Fernández Jurado en el proceso de
investigación para encontrar la necrópolis, llegó a excavar un pequeño
montículo extramuros de la ciudad donde se apreciaban restos de ocupación.
Este, además, estaba parcialmente rodeado por el arroyo que fluye a los pies de
la ciudad. Pero, muy lejos de encontrar lo que esperaba, el arqueólogo
descubrió un destacamento militar romano que controlaba la misma ruta del
mineral donde se fundó Tejada la Vieja.
Dada su importancia, esta ciudad debió tener una o más necrópolis donde dar
sepultura a sus muertos, pero… ¿dónde está? Como se ha dicho, el arqueólogo
Fernández Jurado la buscó sin excito, por tanto supuso que pudiera estar
ubicada fuera de la ciudad amurallada. No obstante, no se descarta que pudiera
encontrarse incluida intramuros del recinto, bajo las casi cinco Ha que aún
quedan por descubrir. Otro misterio más de los muchos que todavía guarda la
fabulosa Tejada La Vieja.
1.- FERNANDEZ JURADO,
Jesús. Campañas de Excavaciones Arqueológicas en el Yacimiento Protohistórico
de Tejada la Vieja. Sección de Arqueología de la Diputación de Huelva (1982-87)
Historia
074. Castilleja del Campo, jueves 3 de septiembre de 2020