Nombres y lugares
Por
Juan C. Luque Varela, Cronista oficial de la Villa
Eran
años de profunda crisis, de escasez, de
paro y cartillas de racionamiento. Eran años de postguerra, años que, aún así, no aminoró los
ánimos de aquellos deportistas para recuperar el equipo pionero en el deporte
del fútbol local.
Para
entonces, el campo de la <<venta la Juana>> había sido desestimado
por su relativa lejanía del pueblo y comienza a utilizarse un nuevo espacio en <<haza de la Virgen>>, también
conocido como <<Venta Beluque>>.
-Como
estos antiguos topónimos dejaran desorientados a la mayoría de los lectores, aclaramos que nos
referimos al terreno situado al margen derecho de la carretera Sevilla con
dirección a Huelva, junto a la noria allí existente. En la actualidad esta finca es propiedad de
la Sra. Felicitas Monge Luque-.
Aquel
equipo que formaron los primeros aficionados al fútbol, fue el mismo que se
reorganizó una vez finalizada la guerra. Eran los mismos jugadores pero en
distinto campo de juego. Este pionero equipo comenzó a enriquecerse con sabia
de nuevos aficionados. En la nueva etapa se alinearon en <<El Castilleja>>
jugadores de la talla de Narciso Luque Romero, Andrés Luque Luque, Manuel Mauricio Carreño (Mauri), Genaro Monge
Romero, Francisco Reinoso Luque (niño Lole) y Paulino Luque. Es en esta época
cuando aparecen los primeros jugadores foráneos como Ángel Sánchez Fernández y
José Gil Monge (Poti) que jugaba de interior, los dos de Carrión de los
Céspedes. De la localidad de Pilas, un gran futbolista que llegó a jugar e 3ª
División, Miguel Mudo Monge (primo de
Daniel Romero Monge) y dos jugadores de un equipo sevillano que vino a
disputarse un partido, también se alinearon en el equipo local: Momo y Chaves,
un gran jugador este último, según recuerda el mencionado Daniel.
Estamos
ante un equipo donde participan
jugadores con una diferencia de edad comprendida entre los 17 de los más
nuevos, a los 30 años de los fundadores.
En
este punto, mantuvimos una entrevista con un gran aficionado y practicante del fútbol como deporte, que nos ilustró
sobre el tema: Miguel Luque Rodríguez.
A
mediados de la década de los años 40 el fútbol y los aficionados de nuestro
pueblo consiguen algunas mejoras para el
equipo. La más importante fue el estreno de un nuevo terreno de juego localizado
en un espacio del prado, junto al pozo concejil con el nombre de <<pozo
aguado>>. Otra novedad fue la concesión de la casa
de Miguel Crespo para vestuario del equipo y también se iniciaron las primeras
tertulias deportivas. En el casino de Francisco Monge Pérez (Izquito de la taberna), que se ubicaba en la plaza de
la Iglesia y en la peluquería que se
encontraba justo al lado, de José
Rodríguez, conocido por Pepe el barbero
(padre de Berta), se desarrollaban encendidas tertulias y discusiones
sobre los partidos jugados y los próximo por disputar. No solo se fomentaba la
afición, también era allí donde se tomaban las decisiones para la alineación
del equipo, se organizaba las competiciones y se contrataba el transporte para los desplazamientos. Por
aquellos años y hasta bien entrado los años 50 el medio utilizado era el camión
de carga de José Mª Fernández Rodríguez (niño guapo).
Cuesta
trabajo imaginar el ingenio que tuvieron que desarrollar aquellas agrupaciones
para sobrevivir en el marco social de la depresión económica de la postguerra.
¿Cómo comprar una equipación y un balón cuando no hay para comer? El calzado
deportivo no se conocía, cada cual calzaba sus botas de las labores agrícolas
(quienes las tenían). Otros jugaban descalzos. Además había que contar con los
gastos generales como lavado de la ropa, gastos de los desplazamientos, reparar
el único esférico, etc. El terreno de juego apenas tenía gastos de
mantenimiento ya que las porterías carecían de red y las líneas del campo raramente se pintaban.
Eso sí, a principios de temporada, que más o menos coincidía con el final de la
Liga Profesional, se hacían necesarias varias tardes de trabajo para adecentar el
terreno de juego.
Aprovechando
que hablamos de aquellos balones, que en
nada tienen que ver con los actuales, intentaremos dar una idea de su
fisonomía. Lo esféricos de aquellos años eran de mayor tamaño que los actuales
y ni siquiera podemos decir que eran esféricos. Su forma algo ahuevada se debía a las reparaciones y costuras
que a menudo le sometía el zapatero y por la tensión de las correíllas de cuero
que cerrada la abertura para la extracción la cámara. Cuando se mojaba el duro cuero
con el que estaba fabricado se transformaba en una pesada y peligrosa bola, por
ejemplo para un remate de cabeza. Otro riesgo añadido a los muchos que tenían
por entonces el deporte del fútbol.
Da
fe de ello lo ocurrido en un partido en casa disputado contra <<El
Escacena>>. El delantero local, Andrés Luque, al intentar rematar de
cabeza el tiro al centro que le llegaba del extremo, un defensa del equipo visitante, que posiblemente levantó
la pierna más de lo reglamentario, golpeó a nuestro jugador en la frente partiéndole la ceja de una patada.
Esto y las frecuentes reyertas entre
los mismos jugadores, o entre jugador y
público y entre todos y el árbitro (cuando participaba), no es de extrañar que
los padres, ante tantos incidentes, prohibiera a sus hijos que jugaran al
futbol al menos antes de cumplir 20 años.
Finalizaba la década de los 40 del
siglo XX y se conmemoraban la aprobación
del Reglamento de Fútbol Profesional y los primeros 20 años del primer
Campeonato Nacional de Liga en España. Por entonces la afición y la práctica de
este deporte estaban firmemente consolidadas en nuestra localidad, prueba de
ello era la incorporación de nuevos jugadores
al equipo local, como fueron Julio Rodríguez Mantero, que actuaba como
guardameta; Leocadio Ramírez Tebas (Leo), defensa central y Urbano Reinoso
Adorna. Este último, no solo defendía los colores con coraje, también disputaba
con ardor las desavenencias con el contrario, hasta tal punto que terminó en
una reyerta con un tal Pepe Mariscal en un trigal anexo al terreno de juego.
Por
estos años la afición había enraizado también en los niños y se crearon más de
un equipo de juveniles. Estos, años después, reivindicarían un puesto en el
equipo titular de Castilleja del Campo.
El
terreno que en la actualidad ocupan las desmanteladas instalaciones de la que
fue fábrica de ladrillos, era el utilizado por los niños y jóvenes para sus
entrenamientos y partidos entre ellos. <<El Polvar>>, como era
conocida, propiedad de los padres de Miguel Luque Rodríguez, <<Miguelito
el carpintero>>, presentaba una orografía con gran desnivel y un plantío de
membrillos en el regajo, que aportaba todos los inconvenientes para la práctica
deportiva. Pero la ilusión por el fútbol y la edad de los deportistas les
motivaban para achuchar o contener al contrario, según la parte del terreno de
juego que la moneda le había indicado al azar.
Esta
era la savia nueva, una cantera de jugadores con la que se podían alinear dos equipos, que prometía y aseguraba la
continuidad de una afición con tradición popular para los años venideros, en un deporte que ya
contaba dos décadas desde que comenzó a
practicarse en nuestra localidad.
Historia 028. Castilleja
del Campo, viernes 30 de enero de 2015