Por
Juan Carmelo Luque Varela, Cronista oficial de la Villa
El
sábado 4 de julio, Josefita de Benegas y Miguelito el carpintero recibieron la
medalla Pro Ecclesia Hispalense de mano del Arzobispo de Sevilla, monseñor
Asenjo. Un mérito reservado para personas como estas dos, que se han
distinguido por su servicio generoso y abnegado
a la Parroquia de San Miguel Arcángel de Castilleja del Campo. Días
después, el 9 del mismo mes, falleció Josefita.
Cuando
me propusieron que le dedicara a Miguel Luque unas (limitadas) palabras, para
el libro de recuerdo que se le entregaría en el citado acto, pensé: ¿Cómo resumir en solo unas líneas mis
vivencias con Miguel? A este hombre, que fue mi maestro, mi hermano mayor y amigo desde mi adolescencia, no le puedo ningunear
de tantos proyectos, al menos los más
importantes, en los que ha colaborado a lo largo de su vida. Esto me llevó a
publicar esta crónica.
Los
muchos recuerdos que tengo de él, descubren a un hombre servicial y
comprometido con la sociedad castillejina. Sus actuaciones y colaboraciones de
forma altruista, en todo lo referente al desempeño de su profesión, su dedicación
a los demás, y sus valores como persona dan
fe de ello. Así lo ha reconocido la iglesia con
la citada medalla y el Ayuntamiento local, dedicándole una calle con su
nombre.
Miguel
Luque Rodríguez (1933), Miguelito el carpintero, como es popularmente conocido
entre sus paisanos por su profesión de carpintero y ebanista, tiene una calle
con su nombre.
En la Sesión Ordinaria del Ayuntamiento del 28
de septiembre de 2018, el punto cuarto del orden del día recoge: Aprobar la
denominación de la calle “Carpintero Miguel Luque”.
El Alcalde-Presidente puso de manifiesto los
valores que concurren en Miguel Luque: generoso, amable y servicial. Un hombre
generoso: siempre dispuesto a aportar su trabajo desinteresado en multitud de
actividades y eventos que se han venido realizando en nuestro pueblo. Siempre servicial,
que con enorme amabilidad solucionaba
cualquier contratiempo de las personas. Por ello y por su trayectoria
profesional, le dedicamos este reconocimiento.
Hechas
estas consideraciones el Ayuntamiento Pleno, por unanimidad de los concejales
asistentes, adoptan el acuerdo:
Rotular
la calle donde se ubicaba su antigua carpintería, que va desde la calle Cuatro
de Diciembre hasta Ramón y Cajal, con la denominación: “CARPINTERO MIGUEL LUQUE”.
En
su dilatada trayectoria como carpintero siempre atendía en su taller, con el
mismo agrado, tanto a un cliente en potencia, como a los jóvenes y niños que
reclamaban la reparación de un pinchazo en la rueda de la bicicleta o una avería
en el juguete del más pequeño. -Esto no es cosa de ellos, son los padres que me
los envían para quitarse el problema de encima. ¿Qué le vamos a hacer? -Decía
Miguel sonriendo.
Otro
día era una señora para que la reparara una desvencijada silla y, además, venía con prisas y sin nada suelto para pagar.
Él a todos atendía, aunque para esto último y lo anterior tuviera que dejar
aparcada la faena emprendida. Perdiendo su tiempo y por ende sus ganancias. También
era requerido a cualquier hora para abrir una puerta por deterioro de la
cerradura o pérdida de la llave. Pérdidas las que también él sufrió en su larga
singladura profesional. Fueron muchas herramientas prestadas sin devolución. Y
cuando reclamaba algunas de ellas, las respuestas casi siempre eran las mismas.
<<Yo te la traje días después>>. Miguel se aguantaba, más o menos
bien, para evitar un desagradable enfrentamiento, muestra de su singular
calidad humana.
Entre
sus colaboraciones con asociaciones y agrupaciones locales descubrimos esta con
el club de futbol. Él, gran aficionado, fue jugador en el equipo local como delantero y
también en la portería de la que era reserva. Estando de portero era todo un
técnico dirigiendo la defensa, mandando en su área con garantía de resguardar
los tres palos. Miguel siempre iba a por todas como cancerbero, era el último
baluarte al que se tenía que enfrentar el contrario en su ataque.
Tanto
si jugaba como si no, su labor en los partidos en casa comenzaba dos horas
antes del encuentro y finalizaba otras tantas después de los tres pitidos que
marcaba el final del mismo. Miguel se encargaba de montar y desmontar el
marcador y los tres palos de las dos porterías, era la única forma de mantenerlos
rectos, sobre todo los largueros, y la pérdida o deterioro de todo lo demás: aquellos
seis palos de eucaliptus y el marcador que él tanto cuidaba. Nadie le preguntaba
por el valor de su trabajo, domingo sí, domingo no. ¡Para qué! Él no pensaba
cobrar nada.
Para
certificar estos “gajes del oficio” como él decía, vamos a recordar una de
tantas anécdotas futboleras de aquel desaparecido “PHILIPS Futbol Club”.
(Nombre del equipo de Castilleja en aquella época)
Le
ocurrió a un acompañante del equipo visitante, asistido de muletas por faltarle
su pierna izquierda. Situado justo detrás de la portería que defendía su equipo,
no tuvo tiempo de esquivar el esférico que, una vez pasados los palos, fue a
impactar justamente en su apoyo derecho. Tal
fuerza llevaba la pelota que partió en dos la muleta. De momento el cojo
se quedó de pie.
A
la vista de que, a grito pelado y con malhumorado carácter, el aficionado
visitante reclamaba al club por los daños sufridos, Miguel Luque salió al encuentro y se ofreció
a remediar el desaguisado. Finalizado el partido, el resultado fue lo de menos aunque se ganó, Miguel, hijo del carpintero Antonio Luque, se
llevó la muleta al taller y se la entregó totalmente restaurada.
Aquel domingo pasó a la historia por el remate de
Andrés Luque que, además de marcar un
gol dio trabajo al carpintero, aunque este nada cobró.
Años
después, en 1980 un grupo de aficionados, colaboradores y directivos del “Club
Deportivo San Miguel” se reunieron para
inscribirlo como Sociedad Recreativa en la Federación Andaluza de
Futbol. Allí también estaba Miguel Luque Rodríguez.
Desde
mediados del pasado siglo XX, Miguelito intervenía en todos los montajes de teatro y espectáculos
benéficos que se organizaban en nuestra localidad. Él era el que ensamblaba el
entarimado del escenario, montaba la tramoya y los decorados y, además, actuaba en todas las obras como actor.
De todos estos montajes solo cobraba el importe de los materiales empleados… Y
no siempre.
Otro
de sus compromisos con la sociedad local fue la construcción de las carrozas
para la cabalgata de Reyes Magos en 1984. Y, aunque en este caso si facturó el
trabajo, durante muchos años su presencia era imprescindible a la hora de
montar y adaptar los módulos en las carrozas. Labor que realizaba sin
especial interés económico, y si le
pedían que le hiciera factura, él contestaba: <Ya se hará>.
Miguel
también ha sido un hombre de iglesia y para ella ha colaborado reparando,
modificando y ejecutado obras nuevas, aportando su profesión a la parroquia de
San Miguel de Castilleja del Campo. No solo esto, con Miguel se podía contar
para traslado de imágenes, preparación de altares, movimientos de pasos y su
adecentamiento, etc., y siempre ha
custodiado de las llaves de la Iglesia. Desde su jubilación pudo dedicar más
tiemplo al servicio de la misma,
colaborando como un sacristán auxiliar, encendiendo la cera para los cultos,
distribuyendo el boletín parroquial y ejecutando los toques y repiques de campanas, aunque últimamente sus
achaques y le han limitado la subida al campanario.
La
celebración de las populares Fiestas Patronales
fue una tradición discontinua y sin proyección de futuro. Aparece a
finales del siglo XIX y resurge en 1917, gracias a las gestiones de Antonio
Luque (padre de Miguel), celebrando cultos y procesión hasta 1925. Tras otro
largo paréntesis, Aniceto Luque Luque. y su equipo, logran reorganizarlas entre
1942 y 1946 y posteriormente dos casos aislados uno en 1948 y en 1950 el otro.
Tras
un largo y silencioso paréntesis de 12
años sin celebrarse las populares Fiestas Patronales, en marzo de 1962, Miguel
Luque Rodríguez se reunió de cinco
amigos: Manuel Rodríguez Delgado, Diego Luque Reinoso, Mario Rodríguez Luque,
Eduardo Herrero Rodríguez y José Moreno Luque. Estas personas, siguiendo las
directrices de Miguel, formaron una comisión gestora con el firme propósito de
reorganizar nuevamente las Fiesta Patronales de forma definitiva, como lo atestiguan
los 58 años trascurridos desde 1962
hasta la fecha.
Hoy
nos toca agradecerle a Miguel y su grupo aquella labor de ayer. Y el
reconocimiento de la sociedad de Castilleja del Campo por haber sido la piedra
angular de la que hoy es la Hermandad del Santísimo Sacramento, San Miguel
Arcángel y Ntra. Sra. del Buen Suceso. Un trascendental legado que ha dejado a
su pueblo.
Miguel
Luque Rodríguez un ejemplo y una institución, pero a la vez un hombre cercano,
sencillo y de indiscutible valor humano, que puede presumir de tener rotulada
con su nombre la calle donde se ubicaba su taller de carpintería y lucir, por
méritos, la medalla “Pro Ecclesia Hispalense”.
Crónica
150. Castilleja del Campo, sábado 1º de agosto de 2020