BODEGAS Y LAGARES
Por Juan C. Luque Varela, Cronista oficial de la
Villa
-Todo
pueblo preservará sus raíces históricas
si mantiene su cultura, sus costumbres y tradiciones y un estilo de vida basado
en la economía como sustento de sus habitantes-.
Por
suerte, aún quedan personas y familiares de aquellos empresarios de la vid y el
olivo que, en transmisión oral, han aportado la información para descubrir como era el tejido industrial
y comercial de los lagares y bodegas de nuestra localidad. Gracias a ellos hoy
podemos recuperar esta parte de nuestra historia que estamos publicando, sobre
la vida de aquellos lagares y bodegas de Castilleja del Campo.
El
siguiente lagar y bodega era conocido como
<<El Mesoncillo>>, nombre que le llegaba según la leyenda,
por hallarse junto a un antiquísimo mesón, situado a la derecha de la
encrucijada que formaba el camino de Sevilla con el de Tejada.
Juan
Martín Calero Rebollo era el propietario de esta importante bodega con más de
120 bocoyes en tercera cuyo lagar se levantaba en un edificio aparte, así
como del viñedo que se extendía desde el
mismo edificio hacia el arroyo, paralelo al camino de Tejada. Entre sus
empleados, su nieto Juan Calero recuerda al niño Juan, Antonio Cabrera, José María
Tebas (el de Elías) y al encargado de la vendimia: Manuel Tebas Adorna (Manuel del
Celso). Tan importante era esta bodega que, además de la cosecha propia,
compraba y pisaba uvas del Guardia Civil, Antonio Moreno Lázaro (Pichín) y
el excedente de uvas de los hermanos Luque
Muñoz, cuya pequeña bodega no tenía capacidad para pisar toda su producción.
Los
principales clientes de sus caldos eran las bodegas Silva y otras de Villanueva
del Ariscal y bodegueros de Jerez. El
lagar de <<Mesoncillo>>
elaboró por última vez la cosecha de 1957.
Santos
Rodríguez Fernández fue un bodeguero sin lagar. Santos llenaba los bocoyes de
su bodega con caldos foráneos procedentes, mayoritariamente, del Condado de
Huelva, Benjamín de Manzanilla, entre ellos. Una vez clasificados los
diferentes vinos, entraban en maduración y crianza en sus botas, reforzados con
<<madres>> de diferentes
tipos de vinos, labor que mantenía dos empleos de forma permanentemente, Manuel
(el perruno) y el niño Juan.
Comercializaba
su producción suministrando sus caldos a
minoristas como bares y puntos de ventas de la comarca y algún cliente que
tenía en Ceuta, así como en un pequeño almacén en la calle Gravina de Sevilla,
con un empleado de origen gallego, encargado de la distribución en la capital.
Entre sus especialidades contaba con vinos dulces muy demandado por las
confiterías. La crianza y maduración de
sus caldos llevaba aparejada una merma en su producción porque, más de una vez,
se le picaba el vino de algún bocoy, esto hizo que comenzara a transformar en
vinagre el vino picado y recuperar algo las pérdidas económicas ocasionadas.
En
1937, viendo la salida que estaba teniendo el vinagre, construyó una nueva
bodega destinada a la crianza y
almacenamiento del mismo, incluso comenzó a comprar vinos picados a un
bodeguero de Villalba del Alcor que el transformaba en vinagre para su
distribución. Tras el fallecimiento de Santos Rodríguez, tres años después de
edificada la bodega del vinagre, su
señora viuda Rosario Rivera Ortiz, continuó comerciando solamente el vinagre
durante algunos años más. La bodega de crianza
desapareció definitivamente a partir de 1940.
Lagar
y bodega de la familia Luque Rodríguez, compuesta de tres hermanos desposados
con tres hermanas: Andrés y Francisca, Victoriano y Voctoria y José con Jacoba.
De la pequeña producción se extraía el zumo del primer prensado con el que, las
tres familias, elaboraban el arrope y otros tipos de dulces. El resto se transformaba en vino para
consumo familiar. Posteriormente, con el reparto de la herencia
el lagar pasó en propiedad a Victoriano y Mª Luisa, aunque los otros dos
hermanos continuaron pisando sus
cosechas en el mismo. Victoriano comenzó a comercializar su excedente de vino
en la misma bodega y en un despacho situado en el ensanche de la calle San
Miguel, conocido con el nombre de <<El Patio>>.
Posteriormente
fue heredado por el hijo de Victoriano, Florencio Luque Rodríguez. Este continuó pisando y vendiendo su
producción, principalmente entre los vecinos y
en un punto de venta que tenía en la casa de Juan Monge Pérez (Juan pico)
y su esposa Consuelo Gómez Díaz (la techo). Allí instaló un bocoy de vino que Consuelo se encargaba de vender al por menor. Cuando la hija de Florencio, Victoria Luque
Moreno, contrae matrimonio con Antonio
Fernández, este se hace cargo de las labores del lagar, aunque seguía siendo
Florencio el propietario. Continuaron con la elaboración del vino, incluso
adquiere a Casildo Escobar, a mediados
de los años 60 del pasado siglo, la viña <<Tijereta>>.
Este
lagar, el último que quedaba en producción, cerró definitivamente en 1975, con
el se perdió la explotación vitivinícola de los últimos viñedos de Castilleja
del Campo.
Historia 017. Castilleja del Campo, martes 14 de
enero de 2014