martes, 14 de enero de 2014

CASTILLEJA, TERRENO DE OLIVO Y VIÑA (y 2)

BODEGAS Y LAGARES

Por Juan C. Luque Varela, Cronista oficial de la Villa
-Todo pueblo  preservará sus raíces históricas si mantiene su cultura, sus costumbres y tradiciones y un estilo de vida basado en la economía como sustento de sus habitantes-.
Por suerte, aún quedan personas y familiares de aquellos empresarios de la vid y el olivo que, en transmisión oral, han aportado la información  para descubrir como era el tejido industrial y comercial de los lagares y bodegas de nuestra localidad. Gracias a ellos hoy podemos recuperar esta parte de nuestra historia que estamos publicando, sobre la vida de aquellos lagares y bodegas de Castilleja del Campo.

El siguiente lagar y bodega era conocido como    <<El Mesoncillo>>, nombre que le llegaba según la leyenda, por hallarse junto a un antiquísimo mesón, situado a la derecha de la encrucijada que formaba el camino de Sevilla con el de Tejada.
Juan Martín Calero Rebollo era el propietario de esta importante bodega con más de 120 bocoyes en tercera cuyo lagar se levantaba en un edificio aparte, así como  del viñedo que se extendía desde el mismo edificio hacia el arroyo, paralelo al camino de Tejada. Entre sus empleados, su nieto Juan Calero recuerda al niño Juan, Antonio Cabrera, José María Tebas (el de Elías) y al encargado de la vendimia: Manuel Tebas Adorna (Manuel del Celso). Tan importante era esta bodega que, además de la cosecha propia, compraba y pisaba uvas del Guardia Civil, Antonio Moreno Lázaro (Pichín) y el  excedente de uvas de los hermanos Luque Muñoz, cuya pequeña bodega no tenía capacidad para pisar toda su producción.
Los principales clientes de sus caldos eran las bodegas Silva y otras de Villanueva del Ariscal y bodegueros de Jerez.  El lagar de <<Mesoncillo>>  elaboró por última vez la cosecha de 1957.

Santos Rodríguez Fernández fue un bodeguero sin lagar. Santos llenaba los bocoyes de su bodega con caldos foráneos procedentes, mayoritariamente, del Condado de Huelva, Benjamín de Manzanilla, entre ellos. Una vez clasificados los diferentes vinos, entraban en maduración y crianza en sus botas, reforzados con <<madres>> de  diferentes tipos de vinos, labor que mantenía dos empleos de forma permanentemente, Manuel (el perruno) y el niño Juan.
Comercializaba su producción  suministrando sus caldos a minoristas como bares y puntos de ventas de la comarca y algún cliente que tenía en Ceuta, así como en un pequeño almacén en la calle Gravina de Sevilla, con un empleado de origen gallego,  encargado de la distribución en la capital. Entre sus especialidades contaba con vinos dulces muy demandado por las confiterías.  La crianza y maduración de sus caldos llevaba aparejada una merma en su producción porque, más de una vez, se le picaba el vino de algún bocoy, esto hizo que comenzara a transformar en vinagre el vino picado y recuperar algo las pérdidas económicas ocasionadas.
En 1937, viendo la salida que estaba teniendo el vinagre, construyó una nueva bodega destinada  a la crianza y almacenamiento del mismo, incluso comenzó a comprar vinos picados a un bodeguero de Villalba del Alcor que el transformaba en vinagre para su distribución. Tras el fallecimiento de Santos Rodríguez, tres años después de edificada la bodega del vinagre,  su señora viuda Rosario Rivera Ortiz, continuó comerciando solamente el vinagre durante algunos años más. La bodega de crianza  desapareció definitivamente a partir de 1940.

Lagar y bodega de la familia Luque Rodríguez, compuesta de tres hermanos desposados con tres hermanas: Andrés y Francisca, Victoriano y Voctoria y José con Jacoba. De la pequeña producción se extraía el zumo del primer prensado con el que, las tres familias, elaboraban el arrope y otros tipos de  dulces. El resto se transformaba en vino   para  consumo familiar. Posteriormente, con el reparto de la  herencia  el lagar pasó en propiedad a Victoriano y Mª Luisa, aunque los otros dos hermanos continuaron  pisando sus cosechas en el mismo. Victoriano comenzó a comercializar su excedente de vino en la misma bodega y en un despacho situado en el ensanche de la calle San Miguel, conocido con el nombre de <<El Patio>>.
Posteriormente fue heredado por el hijo de Victoriano, Florencio Luque Rodríguez.  Este continuó pisando y vendiendo su producción, principalmente entre los vecinos y  en un punto de venta que tenía en la casa de Juan Monge Pérez (Juan pico) y su esposa Consuelo Gómez Díaz (la techo). Allí instaló un bocoy de vino que   Consuelo  se encargaba de vender al por menor.   Cuando la hija de Florencio, Victoria Luque Moreno,  contrae matrimonio con Antonio Fernández, este se hace cargo de las labores del lagar, aunque seguía siendo Florencio el propietario. Continuaron con la elaboración del vino, incluso adquiere a Casildo Escobar,  a mediados de los años 60 del pasado siglo, la viña <<Tijereta>>.
Este lagar, el último que quedaba en producción, cerró definitivamente en 1975, con el se perdió la explotación vitivinícola de los últimos viñedos de Castilleja del Campo.

Historia 017. Castilleja del Campo, martes 14 de enero de 2014