martes, 25 de enero de 2022

LA IGLESIA DE CASTILLEJA DEL CAMPO EN EL SIGLO XVIII

 

Por Juan C. Luque Varela, Cronista oficial de la Villa

Aquella antigua iglesia que el visitador Joaquín Ussun la definió en 1703 como “un edificio muy firme, siendo las paredes principales de cal y ladrillos muy dobles”, no resistió en envite del seísmo de 1755, dejándola  en estado ruinoso. 

A mediados del siglo XVIII sucede una de las más grandes catástrofes ocurrida en los últimos trescientos años, afectando seriamente a España, norte de Arica y parte de Europa. Un movimiento sísmico acompañado de un enérgico tsunami que causó estragos en toda la comunidad andaluza en general y en especial en las provincias de Huelva y Sevilla entre otras. En Cádiz, además de los daños ocasionados por el terremoto, olas de más de 10 metros rompieron las murallas e inundaron la población.  En la localidad onubense de Ayamonte fallecieron unos 1.000 vecinos. Además de las pérdidas humanas, en todas la provincias muchas viviendas, iglesias y otros edificios quedaron seriamente dañados, algunos totalmente destruidos.

La tragedia ocurrió el sábado 1 de Noviembre de 1755, festividad de Todos Los Santos, sobre las diez de la mañana. El espectacular temblor de tierra, con epicentro en el océano Atlántico, a unos 300 kilómetros de Lisboa y con una duración de 10 minutos, también produjo unos efectos devastadores en nuestra localidad. Además de afectar a numerosas casas particulares, causó daños de consideración en varios edificios religiosos: la ermita de San Miguel, la del Buen Suceso, extramuros de la villa y la Iglesia Parroquial que terminó prácticamente en ruina total. 

En tal estado debió quedar la iglesia que de inmediato se inician los trámites para poner fin a la ruina del edificio y de su torre campanario.

El Arzobispado decide enviar a Castilleja a Pedro de Silva,  maestro de obras de arquitectura, alcalde veedor y aparejador mayor del Arzobispado Hispalense, para que informara del importe de las obras de reparación. Ante lo costoso de ellas acude también a emitir informe de los daños el segundo maestro de fábrica, Pedro José Díaz, con el propósito de examinar la conveniencia de reparar o derribar totalmente y reedificar de nuevo. Las cartas de pago de ambos maestros están fechadas entre octubre y noviembre de 1760 y en enero de 1761. Finalmente se opta por derribar y construir de nuevo todo el edificio.
Antes de acometer las obras, se desmontaron los retablos y se trasladó la parroquia  y todos los enseres del culto a la ermita de Ntra. Sra. del Espino, durante el tiempo necesario para la ejecución de dichas obras [1]. La cofradía del Dulce Nombre de Jesús y la Virgen del Espino compartían la  ermita situada en la calle  de su mismo nombre: “calle del Espino” (en la actualidad Miguel Hernández). 

El traslado de la parroquia a la ermita y la efervescencia de las obras acometidas dan lugar a problemas para hacer los enterramientos. La  ermita no disponía de espacio para este menester, al no contar con terrenos anexos. La solución  fue seguir enterrando junto a la iglesia, pero en un nuevo terreno hasta ahora no utilizado como cementerio. –Posiblemente se comenzara a utilizar para enterramientos el lateral sur de la iglesia, incluyendo el espacio actualmente ocupado por el salón parroquial. El cementerio se hallaba en el actual patio de la Cruz de los Caídos. Este estuvo sirviendo   de Camposanto hasta el último tercio del siglo XIX [2].

Finalizadas las obras, llevadas a cabo entre 1760 y 1762, podemos decir que la iglesia adquiere el aspecto que hoy ofrece tanto en el interior como en el exterior. De una iglesia de tres naves se pasa a una nave única pero de mucha más altura y amplitud. Presenta un edificio de planta rectangular y estilo barroco, conservando la orientación astronómica y litúrgica tradicional con la cabecera al Este. El cuerpo de la nave, compartimentado por medio de pilastras, se cubre con un artesonado de tres paños y tirantes de clara tipología mudéjar.

El presbiterio, separado del resto de la edificación por un arco de medio punto rebajado, remata su cielo con una bóveda vaída semiesférica sobre pechinas. Y se reforma el altar de la antigua capilla para colocarlo a esta. El  retablo que construyera Luis de Vilches en 1742 para la capilla mayor, fue adaptado a la nueva por Ángel Benito de la Iglesia en 1762. Presenta un cuerpo de tres calles y ático, en la hornacina central, flanqueada por estípites, aparece una escultura de San Miguel realizada por Marcelino Roldán en 1758. En las calles laterales, acompañando al Titular de la Parroquia, figuran dos imágenes una de San Juan el Bautista ejecutada en el citado año por el mismo imaginero y otra de San Sebastián fechable en el segundo cuarto del siglo XVI. El retablo, aunque en mal estado en la actualidad, aún preside esta Capilla Mayor de más amplitud que la primitiva [3].  

Al inicio del muro derecho de la nave se abre una pequeña capilla de planta cuadrada con bóveda semiesférica sobre pechinas. Podríamos aventurar que fuera la conocida como Capilla de la Hermandad y de Ánimas, que albergaba  la imagen dolorosa de la Hermandad de la Santa Vera Cruz. Capilla que, con posterioridad, recibiría a la Virgen del Buen Suceso tras abandonar su ermita extramuros de la villa, también arruinada por el terremoto.

La torre se levanta a los pies del muro izquierdo y consta de una esbelta caña, cuerpo de campanas con vanos enmarcados por pilastras jónicas y cubierto por chapitel piramidal con revestimiento cerámico y remates del mismo material.
Las portadas  laterales presentan una estructura muy similar, estando configuradas por vanos adintelados flanqueados por pilastras toscanas, sobre las que aparecen entablamentos lisos y frontones triangulares. El triangulo de la portada  Norte alberga una pequeña hornacina. La portada de los pies (al Oeste), está la constituida por un arco de medio punto rebajado, flanqueado por pilastras toscanas que sostiene un entablamento decorado con “ces”, que da paso a un frontón recto y roto en cuyo centro se sitúa un óculo.
Este es el edificio que ha llegado a nosotros, tras una trayectoria de más de 260 años de vicisitudes y vaivenes de la historia, soportando obras, modificaciones y ampliaciones que veremos en los artículos siguientes. 
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           1 Archivo. Parroquial. Libro de fábrica de 1761.

2 En la ilustración que encabeza este artículo, se aprecia la iglesia y un puerta lateral con el número 13, era  el cementerio. Al parecer es un dibujo realizado por el párroco D. Felipe Rodríguez, a  principios  del siglo XX.

            3 Guía Artística de Sevilla y su Provincia. Diputación Provincial de Sevilla, 1983. 

Historia 082. Castilleja del Campo, martes 25 de enero de 2022