miércoles, 9 de diciembre de 2020

ESE TORO ENAMORADO DE CASTILLEJA (1)

Por Juan Carmelo Luque Varela, Cronista oficial de la Villa

Del medio millar de aquellas vallas publicitarias de Osborne, -95 toros, 95- continúan dando su imagen por las carreteras españolas Nació en 1957 como publicitaria de una bebida alcohólica y terminó siendo un símbolo patrio que, en algunos lugares de España, está catalogado “Bien de Interés Cultural”. Las vallas se encuentran repartidas a lo largo de la geografía española, de forma general junto a carreteras y sobre cerros para favorecer de ese modo su visión. Aunque la función inicial era publicitaria, con el paso del tiempo y el arraigo cultural se ha convertido, traspasando los límites de la marca comercial de esta empresa, en un símbolo cultural de España y también de nuestra localidad. En nuestro caso se localiza en el kilómetro 27, en el margen izquierdo de la carrera  A 472 dirección Sevilla a Huelva, a 1.500 metros antes de llegar a Castilleja del Campo

El viernes 31 de mayo de 2019, una llamada al ayuntamiento local dispara las alarmas. <<Junto al “Toro de Osborne” que preside el cerro de la zona conocida como “Verdejo Alto”,  se encuentran unos individuos, al parecer tomando medidas>>. El alcalde de Castilleja del Campo D. Narciso Luque Cabrera y el concejal D. José Francisco Reinoso, se personaron  en el lugar y abordaron a las dos personas  que inspeccionaban aquella valla publicitaria, ubicada en el  término municipal de la localidad. Tras  identificarse, los ediles se interesan por la presencia de los mismos junto al toro. Ellos, dos operarios de la empresa “Trillo” (publicidad visual), les informan que tienen órdenes de Osborne para desmontar y llevarse la valla a otra carretera, concretamente a una autopista. El Sr. Luque se interesa por el futuro de la valla y les propone detener la ejecución mientras realiza unas gestiones sobre el asunto. Según ellos, se limitan a cumplir las directrices de su cliente, en este caso de la empresa Osborne y ahí terminan sus competencias.

Dado el arraigo y seña de identidad de este icono para la ciudadanía de Castilleja del Campo, el primer edil, Sr. Luque comienza a realizar gestiones para contactar con Osborne sin obtener un resultado positivo. Si conseguir contactar con la empresa resultó  poco menos que fallida, concertar son ellos un encuentro sería imposible. Se le auguraban las malas noticias de un futuro incierto y negro como su piel. El toro de Castilleja del Campo tenía los días contados.

¿Cuántas veces en mis viajes de vuelta para visitar a la familia anhela la presencia de aquella imagen, también familiar, que me daba la bienvenida a mi ansiada localidad? Años después volvería con mis hijos. De Sanlúcar la Mayor bajamos por la cuesta “Las Doblas”, atravesando el río “Guadiamar” y su afluente “Molinillo”. Después un zigzag a izquierda y derecha de la carretera y un cambio de rasante. Desde allí se avista el toro en el horizonte a tres kilómetros de recto asfaltado. ¡Mamá, papa, el toro de Castilleja! Ya estamos llegando a casa de los abuelos.

Las más de 500 cabezas “de esta otra ganadería” de Osborne, tuvo sus más y sus menos en su singladura por los pastos de la piel de toro que es nuestra península.

En 1987, el Gobierno de Felipe González decretó la prohibición de las vallas publicitarias en las carreteras por seguridad vial. Osborne intentó sortear la ley eliminando todo mensaje publicitario de la superficie del toro, que quedó pintado por completo de negro. En 1994 el Gobierno, a través del Reglamento General de Carreteras, ordenó la retirada de todos los toros. Osborne, tras pagar una multa  por mantener las célebres siluetas, consideradas publicidad subliminal, comienza a desmontar parte de su “ganadería” que pastaba junto a las carreteras españolas.

El clamor popular que consideraba la silueta del astado como un símbolo nacional no tardó en hacerse oír hasta el punto de que, tres años más tarde, el Tribunal Supremo dictó sentencia a favor de su permanencia, asegurando que “El Toro de Osborne ha superado su inicial sentido publicitario y se ha integrado en el paisaje como un elemento de ambientación ajeno al mensaje propagandístico de una marca”.

Un año después  el Tribunal Supremo falló a favor de la firma comercial tras el recurso que había presentado esta, por considerar que su popular publicidad se había “integrado en el paisaje”, y argumentaba para su conservación “el interés estético”. Así, el toro de Osborne fue indultado y en 2017 se pudieron celebrar los 60 años de la primera figura, levantada a las afueras de Madrid. Algunos de aquellos toros que sobrevivieron gracias al indulto, como los de Andalucía, están protegidos por su interés paisajista y cultural y reconocido, como hemos indicado a principio de este artículo, “Bien de Interés Cultural”.

Crónica 056. Castilleja del Campo, miércoles 9 diciembre de 2020