Por
Juan Carmelo Luque Varela, Cronista oficial de la Villa
Del
medio millar de aquellas vallas publicitarias de Osborne, -95 toros, 95-
continúan dando su imagen por las carreteras españolas Nació en 1957 como
publicitaria de una bebida alcohólica y terminó siendo un símbolo patrio que,
en algunos lugares de España, está catalogado “Bien de Interés Cultural”. Las
vallas se encuentran repartidas a lo largo de la geografía española, de forma
general junto a carreteras y sobre cerros para favorecer de ese modo su visión.
Aunque la función inicial era publicitaria, con el paso del tiempo y el arraigo
cultural se ha convertido, traspasando los límites de la marca comercial de
esta empresa, en un símbolo cultural de España y también de nuestra localidad. En
nuestro caso se localiza en el kilómetro 27, en el margen izquierdo de la
carrera A 472 dirección Sevilla a Huelva,
a 1.500 metros antes de llegar a Castilleja del Campo
El
viernes 31 de mayo de 2019, una llamada al ayuntamiento local dispara las
alarmas. <<Junto al “Toro de Osborne” que preside el cerro de la zona
conocida como “Verdejo Alto”, se
encuentran unos individuos, al parecer tomando medidas>>. El alcalde de
Castilleja del Campo D. Narciso Luque Cabrera y el concejal D. José Francisco
Reinoso, se personaron en el lugar y abordaron
a las dos personas que inspeccionaban aquella
valla publicitaria, ubicada en el término
municipal de la localidad. Tras
identificarse, los ediles se interesan por la presencia de los mismos
junto al toro. Ellos, dos operarios de la empresa “Trillo” (publicidad visual),
les informan que tienen órdenes de Osborne para desmontar y llevarse la valla a
otra carretera, concretamente a una autopista. El Sr. Luque se interesa por el
futuro de la valla y les propone detener la ejecución mientras realiza unas
gestiones sobre el asunto. Según ellos, se limitan a cumplir las directrices de
su cliente, en este caso de la empresa Osborne y ahí terminan sus competencias.
Dado el arraigo y seña de identidad de este icono para la ciudadanía de Castilleja del Campo, el primer edil, Sr. Luque comienza a realizar gestiones para contactar con Osborne sin obtener un resultado positivo. Si conseguir contactar con la empresa resultó poco menos que fallida, concertar son ellos un encuentro sería imposible. Se le auguraban las malas noticias de un futuro incierto y negro como su piel. El toro de Castilleja del Campo tenía los días contados.
¿Cuántas
veces en mis viajes de vuelta para visitar a la familia anhela la presencia de
aquella imagen, también familiar, que me daba la bienvenida a mi ansiada
localidad? Años después volvería con mis hijos. De Sanlúcar la Mayor bajamos
por la cuesta “Las Doblas”, atravesando el río “Guadiamar” y su afluente
“Molinillo”. Después un zigzag a izquierda y derecha de la carretera y un
cambio de rasante. Desde allí se avista el toro en el horizonte a tres
kilómetros de recto asfaltado. ¡Mamá, papa, el toro de Castilleja! Ya estamos
llegando a casa de los abuelos.
Las
más de 500 cabezas “de esta otra ganadería” de Osborne, tuvo sus más y sus
menos en su singladura por los pastos de la piel de toro que es nuestra
península.
En
1987, el Gobierno de Felipe González decretó la prohibición de las vallas
publicitarias en las carreteras por seguridad vial. Osborne intentó sortear la
ley eliminando todo mensaje publicitario de la superficie del toro, que quedó
pintado por completo de negro. En 1994 el Gobierno, a través del Reglamento
General de Carreteras, ordenó la retirada de todos los toros. Osborne,
tras pagar una multa por mantener las
célebres siluetas, consideradas publicidad subliminal, comienza a desmontar
parte de su “ganadería” que pastaba junto a las carreteras españolas.
El
clamor popular que consideraba la silueta del astado como un símbolo nacional
no tardó en hacerse oír hasta el punto de que, tres años más tarde, el Tribunal
Supremo dictó sentencia a favor de su permanencia, asegurando que “El Toro de
Osborne ha superado su inicial sentido publicitario y se ha integrado en el
paisaje como un elemento de ambientación ajeno al mensaje propagandístico de
una marca”.
Un
año después el Tribunal Supremo falló a
favor de la firma comercial tras el recurso que había presentado esta, por
considerar que su popular publicidad se había “integrado en el paisaje”, y
argumentaba para su conservación “el interés estético”. Así, el toro de Osborne
fue indultado y en 2017 se pudieron celebrar los 60 años de la primera figura,
levantada a las afueras de Madrid. Algunos de aquellos toros que sobrevivieron
gracias al indulto, como los de Andalucía, están protegidos por su interés paisajista
y cultural y reconocido, como hemos indicado a principio de este artículo, “Bien
de Interés Cultural”.
Crónica
056. Castilleja del Campo, miércoles 9 diciembre de 2020