jueves, 15 de septiembre de 2016

USOS Y OFICIOS QUE DESAPARECIERON (y3)


Colmeneros  y otros usos

Por Juan Carmelo Luque Varela, Cronista oficial de la Villa
El colmenero, que dicho así suena demasiado grande,  era un oficio que se explotada para el autoconsumo y en algunos casos para una venta que raramente llegaba para tapar las bocas de la familia.
Más que un oficio recolector, en la actualidad tendríamos que hablar de empresas manufactureras, ya que la competencia de miel foránea y de baja calidad producida industrialmente, hace años que arruinó este oficio en muchas zonas de Andalucía y también en nuestra localidad.

Cuenta la leyenda que hombres recolectando miel aparecen en culturas dispares desde hace más de 20.000 años. En nuestra península, pinturas rupestres levantinas y en Altamira dan fe de este dulce oficio, del que también hablaron Plinio, Aristóteles y Virgilio. Miles de años después, los árabes andaluces potencian su uso  en repostería, de ahí nuestros pestiños, “angüelas” y gañotes. Tenemos la suerte de que este oficio y el mundo de las colmenas, que permaneció vivo en nuestra localidad hasta ayer mismo, ya que se conoció hasta el último tercio del pasado siglo, diferiría poco con los modos con que los árabes o el mismísimo “Gargoris”, rey tartesio, trató la miel.

En la lejana  niñez de mis recuerdos aún veo la casa de un colmenero de la familia, en unas imágenes en papel sepia. Allí, unas oscuras bolas de cera amontonadas en el patio esperando compradores foráneos, la miel en los tarros y las colmenas de toscos corchos de alcornoques, cosidos en uno de sus lados por clavos de madera y cegados con una tapa rudimentaria sujeta de la misma forma. Una instantánea fotográfica, que quedaría imborrable en mi memoria, daba forma a este  imaginario bodegón.

De aquellos recolectores de miel de nuestro pueblo, me aventuro a nombrar a José Luque (la curia), Manuel Ramírez (el chico), Miguel Rodríguez (de Cecilio) y al citado familiar, Aniceto Luque Luque. 


LABORES EN VARETA DE OLIVO
En la misma línea que los casos anteriores, una suerte de labores de artesanía y usos populares comenzó a propagarse entre los ciudadanos de las zonas rurales y ganaderas en toda  España. Manualidades que en muchos casos llegaron a rozar el arte dada la elaborada terminación de sus trabajos, como bolsos, lámparas y otros objetos para la decoración en el hogar.
También en Castilleja del Campo varias personas se las ingeniaron para iniciarse en manualidades como la cestería en varetas de olivo y el trenzado de la palma morisca.
En nuestra localidad, donde  el cultivo más importante fue el olivar, que junto a la vid fue el motor de la economía local hasta mediados del siglo pasado, no podían faltar los artesanos de la vareta de olivo.

El trabajo de la vareta como oficio artesanal era más entretenido que laborioso. Primero había que recolectar la materia prima, esto se hacía en el segundo mes del verano cuando comienza la temporada de varetas frescas menudas y tiernas. Después de pelarlas había que seleccionar las mejores, no todas valían, por ello el artesano tenía que ser generoso a la hora de la recolección para no quedarse corto de material una vez desechadas las varetas defectuosas.
Generalmente para la elaboración de canastas y canastos pequeños comenzaban por formar el principio de la base, después de recortar las puntas sobrantes,  extendía la labor sobre el suelo, agrupaban todas las guías hacia arriba y ataban las varetas más largas. A partir de aquí y continuando desde la base, comienza a elaborarse el canasto  o cesto. Con las varetas más pequeñas, que el artesano sujetaba con el dedo anular de una mano, mientras con la otra las introducía entre las guías, para ir subiendo la labor hasta finalizar el trabajo.

Otro aprovechamiento más del olivo que, gracias a unas manos prodigiosas,  devolvería nuevamente al campo lo que al campo correspondía, transformado en  canastos y canastas de todo tipo para la recolección y  las labores agrícolas y ganaderas. Útiles también en el hogar, como cestos de varios modelos y un objeto indispensable en el invierno: la “enjugadera”. Una especie de cono que se utilizaba  para evitar que la ropa de camilla se prendiera con el brasero y muy útil para secar ropa en los días lluviosos y nublados, sobre todo de los más pequeños.
Otra salida comercial de los productos de varetas eran las jaulas y jaulones para pájaros, aunque este último trabajo siempre se hacía por encargo y exigencias del perdicero.
Idelfonso Herrero (Benega) y Celestino Borrego Notario, fueron las dos personas que por afición o necesidad más se dedicaron a estos usos.


ARTESANÍA DEL TRENZADO DE PALMA
El trabajo artesanal de la palma se realizaba fundamentalmente con la hoja palma o palmito. En la recolección se diferencian dos variedades, unas eran las hojas nuevas, de color blanco aún si abrir, denominadas palmito y la recolección de las hojas verdes, crecidas y abiertas que se realizaba en los meses de verano.
La palma blanca o palmito es la más utilizada por los artesanos por ser más maleable a la hora de la manipulación, el trenzado y la calidad del producto terminado, aunque tiene más trabajo añadido. Se tiene que abrir una a una, extenderlas al sol y al rocío de la noche en el suelo de un patio, terraza, azotea, etc. Es necesario dar vueltas a las ramas todos los días para que vayan adquiriendo el color blanco uniforme.
La palma verde se extiende al sol tras ser cortada, después se deshoja separando las pínulas del raquis de las hojas, agrupándolas por tamaños en manojos de cincuenta o sesenta, para trabajar con ellas cuando se necesiten.

Si en el oficio de la vareta, además de las manos, el artesano sólo necesita unas tijeras y una buena navaja, en la artesanía de la palma son varias las herramientas y útiles necesarios. Hacha, tijeras, cuchillo y picadera para cortar y limpiar. Varios tipos de agujas, de metal, de hueso y de madera, unas para coser y otras para separar las hojas en tiras más estrechas. Un mazo de madera, de forma redondeada y totalmente pulida, para alisar y dar forma a la empleita.
Entre la diversidad de objetos y piezas que fabricaban estos artesanos de utilidad tanto en el hogar, en las tareas domésticas como para el trabajo en el campo, señalaremos las más conocidas.
Utensilios para guardar objetos y decorativos para la casa,  moldes de empleita para hacer quesos, escobas, cestos y bolsas para  hacer la compra, esteras, alfombras y hasta cunas para bebés, etc.
Para el campo, sombreros, capazos de diferentes modelos para la recolección (como el “macaco”), serones para transporte, diferentes tomizas para arreos del ganado, etc.

Según nuestra información, en Castilleja del Campo fueron varias las personas que se aventuraron en el arte de la manipulación de la palma, y aunque tenemos varios nombres, solo mencionaremos al artesano que fue reconocido por su oficio y profesionalidad en localidades de la comarca. Norberto Delgado Romero.   
                                                                                                      
Costumbre y tradiciones 040
Castilleja del Campo, jueves 15 de septiembre de 2016