lunes, 7 de noviembre de 2011

HALLOWEEN: OTRO INMIGRANTE EN CASA


La Fiesta de Jálogüin
Por Juan Carmelo Luque, Cronista Oficial de la Villa.

Entre los días 2 al 5 de noviembre se han desarrollado en nuestra localidad diferentes actos en el entorno de una celebración foránea. Al decir foránea, no me refiero que viene influenciada por el vecino   pueblo de Carrión de los Céspedes; ni de ninguno de los de la comarca, ni tan siquiera de la provincia; tanto es así, que ni de nuestra Andalucía.
-Bueno, al menos, será una celebración Española –pensaran algunos-. Pues, mire usted; ¡No! Esta fiesta se la metieron los inmigrantes irlandeses a los americanos del norte y, poco a poco, esta americanada está desplazando las costumbres  de muchas localidades españolas. Es la fiesta  de Jálogüin. (Traducción libre del Cronista a la palabreja anglosajona: Halloween)
Pues bien, mientras perdemos arraigadas costumbres  y tradiciones populares emparentadas con la cultura, el Área de Juventud de nuestro Ayuntamiento promociona unos talleres, pasacalles y fiesta de disfraces, en una horrorosa y extemporánea carnavalada a la americana. Si este tipo de celebración, implantado desde la potente y expansiva publicidad  americana, estuviera dirigido solamente  a jóvenes y mayores, con más o menos formación, pero responsables de su ocio, diversión y  porque es una moda que ”mola”; no estaríamos tratando sobre el tema, -aunque me pese-. Lo verdaderamente lamentable es que se está inculcando en los niños, incluso desde los centros escolares, el festejar una celebración extranjera y que nada tiene que ver con la idiosincrasia y la cultura de nuestro país y mucho menos de nuestra localidad.
¿Por qué no copiamos de algunas poblaciones del Aljarafe? Castilleja de la Cuesta aún conserva la tradición  a la campanilla y, este año, el coro de Campanilleros de Santo Domingo, en Bormujos, ha recuperado la tradición de celebrar  Tosantos y Difuntos como antaño. En nuestra localidad, en Castilleja del Campo, que tan arraigada estaba esta tradición  que recogió en su cancionero La Niña de la Puebla: <<En los pueblos de mi Andalucía / los Campanilleros por la madrugá / me despiertan con su campanilla... >> Aquí desapareció para siempre. (Vean los dos  artículos anteriores a este)
Una tradición que, incluso, llevaba aparejado una dosis de repeluco que en nada envidia al chabacano terror del Jálogüin, si  de ello se trata. Aquí, en plena madrugada, comenzaba la celebración con la visita al cementerio. ¡Toca madera! A partir de aquí todo eran canciones, música y poesía. Cultura al fin.
También los niños participaban en las celebraciones otoñales de Todos los Santos y Todos los Difuntos. Si los Campanilleros realizaban sus rondas en las madrugadas de noviembre; los niños, en la misma fecha, recorrían las calles por la tarde, al obscurecer, alumbrando su camino, no con las calabazas del horror Estadounidense, sino con los artísticos faroles en que se convertían los melones de inviernos. En sus visitas, casa por casa, el vecindario le ofrecía frutas de temporada: jugosos racimos de uvas, granadas, bellotas, castañas, etc., que depositaban en aquellos cestos y canastos de cañas o varetas de olivo, elaborados por  artesanos de nuestra localidad. -otra  identidad desaparecida-.
En resumen una cultura popular que se perdió y, si no es viable  recuperarla, (¿?) al menos podría ser un temario, para que  en aulas y talleres extraescolares, nuestros hijos conozcan sus raíces culturales. Siempre antes que inculcar en la enseñanza pública Española este mayúsculo disparate foráneo que, entre otros males, es escarnio y mofa de todos nuestros  difuntos.

Opinión del Cronista 004. Castilleja del Campo, 07.11.2011