A MI HERMANO MAYOR
Por Juan Carmelo Luque, Cronista Oficial de la villa
La amistad, la afectividad, puede llegar en algunos casos a superar la afinidad familiar. Las relaciones entre las personas, al igual que otro animal, crean unos vínculos que, al pasar del tiempo, llega a formar dependencias el uno del otro de igual manera que si fueran hermanos. En mi caso era de un hermano mayor que no tuve al ser el mayor de mis hermanos biológicos.
Mis visitas a la casa del hermano mayor eran diarias y de rutina: al salir del colegio, por las tardes y, algunos días, en horas del descanso post-almuerzo; o sea, en la siesta. Allí, se me pasaban las horas con su hermano pequeño, mi amigo del alma, mi primer amigo de infancia y juventud; de las primeras salidas y amoríos; amistad que, con el paso del tiempo, quedó definitivamente fijada y maduró con nosotros paralelamente a nuestra adulta madurez.
Pero el tema que voy a exponer no es para hablar de mi amigo ni de mí, aquí de lo que se va a tratar es de mi hermano mayor; un hermano mayor que encontré en el hermano mayor de mi amigo. Él nos acercaba a las reuniones de sus amigos, que como él, mayores que nosotros. En ellas vivimos las primeras experiencias de juventud. También en fiestas de Navidad y Noche-vieja, aunque de estas nos enviaba a casa, cuando comenzaban a concurrir sus amigos. -Bueno, cada uno a su casa, ¡que ya, para vosotros, es hora! –Nos decía. Nos ayudaba en los deberes escolares, nos corregía en peligrosos juegos y nos introducía en el mundo cultural de la lectura y, sobre todo, en la música. También velaba para que, en horas de siesta, no enredáramos demasiado en nuestros juegos que llegara a molestar a sus padres.
Siempre que evoco el recuerdo de sus padres, me vuelve a la retina un cuadro, una imagen que tengo grabada en el soporte fotográfico de la memoria. Cada vez que subíamos al soberao -y eran muchas veces- ella estaba junto a la entrada: su madre. Aquella señora siempre bordando con hilos de seda aquellos mantones estirados, como piel de pandero, sobre un gran marco de madera. La luz natural que le llegaba por su izquierda, a través de la ventana abierta al patio, resaltaba la patina natural de su piel, en claros y oscuros, iluminando la mitad de aquella cara siempre sonriente.
Aquel hermano mayor que yo compartía con mi amigo finalizó sus estudios de profesor de enseñanza y se marchó a Morón de la Frontera. Allí, además de enderezar las tortuosas líneas gramaticales y numerales de sus alumnos bebió en el arte flamenco (guitarra y cante) de los grandes artistas que tanto se prodiga en esa localidad. Así, cuando volvió en sus primeras vacaciones, nuestro común hermano mayor, comenzó a educarnos en una nueva faceta musical: el flamenco.
El giradiscos que nos legó a su partida, ya rayaba el cansancio, en 45 revoluciones por minutos, con la repetición de la media docena de singles, eso sí, de una música de profunda calidad cultural: Ray Charles, Duke Ellitong y, por supuesto, Los Beatles. Después de aquellas vacaciones el primer disco de flamenco que nos regaló, con la magistral interpretación de José Menese, fue surcado por la aguja del “Faro” hasta la saciedad para repetir, una y otra vez, y arrancarles sus <<mirabrás y alegrías>>
Un buen día, nuestro hermano mayor metió en una maleta su licenciatura y sus dibujos y, con una guitarra bajo el brazo, partió con dirección norte para impartir su legado de enseñanza a unos catalanes que, a la vista del tiempo transcurrido, ¿para qué querrían ellos nuestro castellano? Pero él supo más, se enriqueció de aquella cultura, se hizo paladino en la libertad, en el movimiento Undergaund y comenzó a forjarse en el arte plástico del que tanto llevaba en su maleta.
Hoy, mi hermano mayor ha llegado a lo más alto en el mundo cultural, literario y artístico. Hoy, mi hermano mayor está sobradamente reconocido y cuelga de su cuello las medallas que le recompensan y acreditan por su labor de relevante importancia en nuestro país.
Ya en 1986 Madrid le premiaba como mejor guionista en la 3ª Semana de la Historieta.
Entre 1992/1993, la Crítica Teatral Catalana le otorga el premio a la mejor creación de vestuario.
Gran premio en el Salón del Comic, Barcelona 2001.
La Junta de Andalucía, que ya tardaba en reconocer su prestigio, le concede el Premio “Pablo Ruiz Picasso” a la mejor trayectoria en el ámbito de las Artes Plásticas en 2009,
Y el galardón a nivel nacional le llegó en 2010: Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, por su trabajo como dibujante de cómic y pintor, concedida por el Ministerio de Cultura de España. –Ahí es nada-
El arte de mi hermano mayor ya cuenta con estos reconocimientos y su nombre, Nazario, está en la lista de personas con prestigio en el arte y la cultura Española. Pues bien, paralelamente y vinculado a su nombre, Castilleja del Campo, de donde es hijo natural, también ha sido nominada para la historia en tan prestigiosos entes culturales y organismos oficiales.
¿Qué dicen de esto en su pueblo? Porque homenajearlo ahora sería ir a la zaga de unos reconocimientos que organismos como La Junta de Andalucía y el Ministerio de Cultura le han otorgados por su dilatada trayectoria en aras de la cultura y el arte. –Vamos, poco menos de que ahora, en su pueblo natal, se han enterado de que Nazario es un artista-.
Pero hay más, la medalla que le fue entregada por el mismísimo Rey de España, el jueves 24 de noviembre, coincidiendo ese día con la inauguración del Centro Cultural María Moliner en Castilleja del Campo, propone donarla, como un recuerdo y en agradecimiento a sus padres, a la imagen que ellos veneraban.
Nazario, por mediación de Miguel Ángel Rodríguez Luque, hermano mayor de la Hermandad del Santísimo Sacramento, San Miguel Arcángel y Ntra. Sra. del Buen Suceso, hace donación de su medalla al mérito de bellas artes a la patrona de Castilleja del Campo. Para ello deja grabado en el reverso la siguiente inscripción:
“A Ntra. Sra. del Buen Suceso en recuerdo de sus padres. Nazario dona esta medalla recibida de manos del Rey el 24 de noviembre de 2011”
Hoy, desde esta tribuna, felicito públicamente a Nazario Luque Vera y le dedico este humilde homenaje, no como el hermano, sino como el artista. El Artista con mayúscula de Castilleja del Campo.
Opinión del Cronista 005. Castilleja del Campo, 16.12.2011