Viernes de las Fiestas: tarde taurina fuera de programa
Por
Juan Carmelo Luque Varela, Cronista oficial de la Villa
Este
año, de forma espontánea y fuera del programa de festejos, aunque con permiso
de la autoridad competente y una vez finalizadas las carreras de cintas del
viernes de las fiestas, irrumpió en la pista un grupo de personas formando un
surrealista cuadro plástico. Un guiño a la obra de Picasso sobre temas
taurinos.
Fue
esta una divertida parodia taurina donde no hubo derramamiento de sangre, ni
sufrimiento para el animal. Por no haber, no hubo ni toro. Sea como fuere, esta
es la crónica, salpimentada con algo de imaginación y mucho humor –como no podía ser de otra forma-, de un
espectáculo donde se colgó el cartel de
<<no hay billetes>>.
–Antes de continuar,
nuestro agradecimiento a Lutgardo García Luque por las fotografías que
gentilmente nos cedió para ilustrar el texto.
Por
otro lado, permítanme brindar (como se dice en el argot taurino) la redacción
de esta reseña a un periodista, maestro
de la pluma taurina, José Enrique Moreno Zaragozá-.
Y
metidos en faena, conozcamos el cartel que se presentó en Castilleja del Campo,
en un caluroso viernes 10 de agosto.
El
diestro de la localidad, “Monge el Aljarafeño”, (no confundir con el
“Algabeño”, aquel famoso torero sevillano) se presentaba como único matador, en
una tarde que se esperaba prometedora para el maestro del Ajarafe de Sevilla. Se
lidiaron unos morlacos con el hierro de la ganadería de D. Chelín el Tieso. Según
declaraciones en la rueda de prensa del empresario taurino D. Jesús de la Bomba, apoderado y descubridor de este espada
de afición tardía y algo metido en años (aunque no en carnes).
Pasada
con creces la hora oficial, el torero,
vistiendo azul pavo y oro, inició el paseíllo sobre un piso duro por la
escasez de albero, acompañado por su
mozo “espá”, Santos el Grande y su “picaor”
Santos el Chico, este último montando
un pecherón de la caballería de picas de D. Alberto de los Frescos.
En
la “Plaza la Velá” de esta localidad,
que así se llama el ruedo, no cabía un alfiler por la expectación que Monge el
Aljarafeño había levantado en el vecindario y en los pueblos adyacentes.
Monge,
con porte y hechura y llamándole desde el tercio, recibió con cinco verónicas y
una media al negro zaino de Chelín el Tieso, que arrancó los primeros aplausos
del respetable. Arrastrando el capote dejó muy de largo al negro en varas. En el tercio, el astado entró tres veces al
caballo y Santos el Chico logró calar dos puyas que estuvieron muy bien colocadas, aunque lo dejó corto de
manos. Aún así, los aplausos en el tendido de sol, obligaron al “varilarguero” saludar al respetable,
castoreño en mano. –Castoreño? Aquello era un sombreo de palma de segar
garbanzos-.
El
apoderado, viendo al público entregado y su pupilo que se encontraba
“agustito”, le aconsejó que abriera el tercio de banderillas. El Aljarafeño,
citando desde el estribo, se asomó al balcón para, un poco descompuesto, colocar un par de rehiletes cortos en “tó” lo alto,
pero a toro pasado. El público, de aplauso fácil, respondió con algunas palmas.
En
el tercio de la verdad llegó la apoteosis,
pero antes, el maestro Monge montera en mano saludo a los tendidos desde el
centro del redondel y, dirigiéndose a la primera de barrera de sombra, brindó
la faena a un reconocido socio del Sevilla Fútbol Club, D. Manolo el Ganga.
Después
de una serie con la muleta, se pasó por la faja el pitón del astado en un
remate de pecho que arrancó un apretado y generoso aplauso del respetable. En
ese instante atacó la banda de música con
los compases “Paquito” –pasodoble
creado para un matador
valenciano, descendiente de una afamada familia de chocolateros de Gandía-.
Cuando
el de Aljarafe lo embebía en una ajustada tanda de naturales por el pitón
derecho, el zaíno se vino a menos y antes de apagarse, se le coló enganchando
la taleguilla del diestro –quizás por
demasiado abultada-. El maestro, sin darle importancia al incidente, se vino
arriba y consiguió arrancarle algunos derechazos más, rematando con el de pecho
una bonita faena, que hubiera sido magnífica si el de Chelín no hubiese
manseado al final.
–Nota:
por falta de información del ganadero, desconocemos el nombre y el peso que dio
en báscula el astado-.
Finalmente
se paró por completo a pesar de los esfuerzos del matador por hacerlo embestir.
Monge se fue por la espada, atendiendo las llamadas del Santo de su mozo, que
le apremiaba para que liquidara la faena. Unos muletazos hasta cuadrarlo y entró recibiendo hasta tocar pelo
con la empuñadura.
La
plaza bocabajo obligó al maestro a dar dos vueltas al ruedo, de donde salió
a hombros del ganadero de caballos
Alberto de los Fresco. Tarde redonda, tarde de triunfo para el diestro “Monge el
Aljarafeño” que no cabía en su pellejo y, sobre todo, tarde para la cartera su
apoderado el de la Bomba.
–
¡Qué imaginación, cuanta espontaneidad! Una parodia fresca y cercana, todo un
espectáculo creado en Castilleja para el disfrute de sus vecinos. Sencillamente
genial-.
Crónica
118. Castilleja del Campo, lunes 27.de agosto de 2018