lunes, 27 de agosto de 2018

LA PARODIA QUE SE COLÓ EN LAS FIESTAS


Viernes de las Fiestas: tarde taurina fuera de programa

Por Juan Carmelo Luque Varela, Cronista oficial de la Villa
Este año, de forma espontánea y fuera del programa de festejos, aunque con permiso de la autoridad competente y una vez finalizadas las carreras de cintas del viernes de las fiestas, irrumpió en la pista un grupo de personas formando un surrealista cuadro plástico. Un guiño a la obra de Picasso sobre temas taurinos.
Fue esta una divertida parodia taurina donde no hubo derramamiento de sangre, ni sufrimiento para el animal. Por no haber, no hubo ni toro. Sea como fuere, esta es la crónica, salpimentada con algo de imaginación y mucho  humor –como no podía ser de otra forma-, de un espectáculo donde se colgó  el cartel de <<no hay billetes>>.

–Antes  de continuar,  nuestro agradecimiento a Lutgardo García Luque por las fotografías que gentilmente nos cedió para ilustrar el texto.
Por otro lado, permítanme brindar (como se dice en el argot taurino) la redacción de  esta reseña a un periodista, maestro de la pluma taurina, José Enrique Moreno Zaragozá-. 
Y metidos en faena, conozcamos el cartel que se presentó en Castilleja del Campo, en un caluroso viernes 10 de agosto.
El diestro de la localidad, “Monge el Aljarafeño”, (no confundir con el “Algabeño”, aquel famoso torero sevillano) se presentaba como único matador, en una tarde que se esperaba prometedora para el maestro del Ajarafe de Sevilla. Se lidiaron unos morlacos con el hierro de la ganadería de D. Chelín el Tieso. Según declaraciones en la rueda de prensa del empresario taurino D. Jesús de la Bomba, apoderado y descubridor de este espada de afición tardía y algo metido en años (aunque no en carnes).
Pasada con creces  la hora oficial, el torero, vistiendo azul pavo y oro, inició el paseíllo sobre un piso duro por la escasez  de albero, acompañado por su mozo “espá”, Santos el Grande y su “picaor”  Santos el Chico, este último montando  un pecherón de la caballería de picas de D. Alberto de los Frescos.
En la  “Plaza la Velá” de esta localidad, que así se llama el ruedo, no cabía un alfiler por la expectación que Monge el Aljarafeño había levantado en el vecindario y en los pueblos adyacentes. 
Monge, con porte y hechura y llamándole desde el tercio, recibió con cinco verónicas y una media al negro zaino de Chelín el Tieso, que arrancó los primeros aplausos del respetable. Arrastrando el capote dejó muy de largo al  negro en varas.  En el tercio, el astado entró tres veces al caballo y Santos el Chico logró calar dos puyas que estuvieron  muy bien colocadas, aunque lo dejó corto de manos. Aún así, los aplausos en el tendido de sol, obligaron al  “varilarguero” saludar al respetable, castoreño en mano. –Castoreño? Aquello era un sombreo de palma de segar garbanzos-.
El apoderado, viendo al público entregado y su pupilo que se encontraba “agustito”, le aconsejó que abriera el tercio de banderillas. El Aljarafeño, citando desde el estribo, se asomó al balcón para, un poco descompuesto, colocar  un par de rehiletes cortos en “tó” lo alto, pero a toro pasado. El público, de aplauso fácil, respondió con algunas palmas.
En el  tercio de la verdad llegó la apoteosis, pero antes, el maestro Monge montera en mano saludo a los tendidos desde el centro del redondel y, dirigiéndose a la primera de barrera de sombra, brindó la faena a un reconocido socio del Sevilla Fútbol Club,  D. Manolo el Ganga.
Después de una serie con la muleta, se pasó por la faja el pitón del astado en un remate de pecho que arrancó un apretado y generoso aplauso del respetable. En ese instante atacó la banda de música con  los compases “Paquito” –pasodoble   creado para un matador valenciano, descendiente de una afamada familia de chocolateros de Gandía-.
Cuando el de Aljarafe lo embebía en una ajustada tanda de naturales por el pitón derecho, el zaíno se vino a menos y antes de apagarse, se le coló enganchando la taleguilla del diestro –quizás  por demasiado abultada-. El maestro, sin darle importancia al incidente, se vino arriba y consiguió arrancarle algunos derechazos más, rematando con el de pecho una bonita faena, que hubiera sido magnífica si el de Chelín no hubiese manseado al final.
–Nota: por falta de información del ganadero, desconocemos el nombre y el peso que dio en báscula el astado-.
Finalmente se paró por completo a pesar de los esfuerzos del matador por hacerlo embestir. Monge se fue por la espada, atendiendo las llamadas del Santo de su mozo, que le apremiaba para que liquidara la faena. Unos muletazos hasta  cuadrarlo y entró recibiendo hasta tocar pelo con la empuñadura.  
La plaza bocabajo obligó al maestro a dar dos vueltas al ruedo, de donde salió a  hombros del ganadero de caballos Alberto de los Fresco. Tarde redonda, tarde de triunfo para el diestro “Monge el Aljarafeño” que no cabía en su pellejo y, sobre todo, tarde para la cartera su apoderado el de la Bomba. 

– ¡Qué imaginación, cuanta espontaneidad! Una parodia fresca y cercana, todo un espectáculo creado en Castilleja para el disfrute de sus vecinos. Sencillamente genial-.

Crónica 118. Castilleja del Campo, lunes 27.de agosto de 2018