Deportistas de
verde y blanco
Por Juan C. Luque Varela, Cronista
oficial de la Villa
Pasado el ecuador del siglo XX, el equipo de fútbol local que hasta la
fecha que tratamos llevaba la raíz del nombre de nuestro pueblo entre los
regates de sus jugadores, El Castilleja, cambió de nombre por primera vez en
sus más de 20 años de historia.
Por aquellos años, Leocadio Ramírez Tebas (Leo), un apasionado
futbolista, colaborador con el equipo y
esporádico jugador en la defensa, fue imprescindible para reactivar el fútbol local y sacarlo del bache
que estaba pasando la afición.
Desde su puesto como agente comercial en una empresa
puntera de la época: <<La Philips>>, nos trajo el televisor en blanco y negro. Y
para El Castilleja, el patrocinio de la firma y una equipación para los
jugadores. En contraprestación, el
equipo tuvo que cambiar de nombre y tomar el de la marca benefactora. Desde
entonces, <<El PHILIPS>> de Castilleja como era conocido, vistiendo
calzón blanco y camisolas a rayas verde y blanca, continuó paseando el nombre
de nuestro pueblo por las localidades que visitaban.
Otras mejoras de las que se beneficiaron los jugadores de Philips,
además de la nueva vestimenta, fue la de contar
con un local para vestuario. Siendo este el almacén que José Calero tenía junto a la gasolinera y
que gentilmente cedió para tal fin. También se nombró como árbitro local a un futbolista del equipo en los años 40, Ángel
Sánchez Fernández y Miguel Luque Rodríguez, otro benefactor del club, construyó
el primer marcador para el campo.
Pero como lo primero es el recurso humano que ha hecho posible que el
fútbol de Castilleja del Campo continuara vivo, con sus lagunas y decadencias
pero resurgiendo siempre de sus cenizas,
vamos a relacionar las personas de esta etapa, quizás la más prolífera en
jugadores.
LA PLANTILLA DE <<EL PHILIPS>>
Pedro Caraballo Corchero (de Petra), portero titular; Miguel Luque
Rodríguez (carpintero), Enrique Fernández Rodríguez, Daniel Romero Monge, Casimiro
Muñoz Tebas, Barberan López Rodríguez, los hermanos Ramírez Monge, Ignacio,
Marcial y Dionisio. Rufino Camacho González (canillo) y Fabián Crespo Escobar.
También se alineaban los hermanos Gonzalo y Diego Luque Reinoso, Armando
Luque, Víctor Luque Fernández, Jesús Castro López (el salmantino), el Leo, los
hermanos Enrique y Jaime Zaragozá Alcover y los incombustibles Manuel Luque
(canita), Macedonio, Baldomero y Andrés que aún continuaron vistiendo la
camiseta aunque con menos asiduidad.
A continuación descubriremos el perfil deportivo de algunos de ellos.
Enrique Fernández (Enriquito el del bar), consagrado deportista que
alternaba la afición por el fútbol con la bicicleta, no sabía si iba a jugar
hasta 10 minutos antes de comenzar el partido, el motivo era su deber laboral.
Enrique, su padre, le daba la venia con el tiempo justo para enfundarse la
camiseta y salir corriendo para el campo. Cuando se jugaba fuera la historia era aún peor. En el primer pitido
del silbato que ponía fin al partido, Enrique, corriendo igual que llegó, se
marchaba para ocupar su puesto en el bar
La Granja. Allí le esperaba su padre
para interesarse por el resultado.
-¿Cómo ha <<quedao>> el partido? Hemos <<perdío>>, 1 a 2 –contesta
Enrique-. ¿Y <<pa>> eso vas tú? Si por el contrario el resultado
era ventajoso y le decía: -ganamos por 4 a 0. Ante esto Enrique padre también
tenía su respuesta: -¡Qué bueno serán los otros!
Otra zona de la alineación en el equipo tenía como titulares a Daniel
Romero y Casimiro Muñoz, ellos formaban la media perferta, combinando el juego
entre la defensa y la delantera. Con ellos dos era más que suficientes. Aunque
se contaba también con Víctor Luque.
<<El niño Dios>> (como era conocido Daniel en el ámbito
deportivo) se bastaba para cortar y desmontar los ataques del contrario. Un
todo terreno que ni los más habilidosos
eran capaces de driblarle, de darle el pase, entre sus piernas. El otro paisano, Casimiro, quizá más
técnico, estaba siempre mejor colocado. En resumen dos líberos en la línea
medular del Philips del Castilleja.
Se incorporaron también al equipo, como ha quedado relacionado, varios
hermanos entre ellos la saga de la
<<Quiqui>> Ignacio, Dionisio, Marcial y años después Enrique, que
también jugó en el equipo de su época. De los tres primeros, cada cual tenía
sus virtudes y sus defectos.
El más técnico fue Ignacio, el que tenía el mejor toque de balón.
Marcial era más impetuoso, más leñero, imposible de pasar. Por las buenas o por
las malas, de él nadie se reía en las cercanías del área. ¡Cuántas brocas,
cuantas peleas! Incluso suspensiones de partidos motivados por su incontrolado
temperamento. Cuando esto ocurría en partidos fuera de casa, se corría el
riesgo de no cobrar el dinero pactado. Y, ¿ahora como pagar los gastos del
transporte?
El otro hermano, Dionisio, era diferente a los dos anteriores o una
simbiosis de ellos. En él se unía el amor propio con su poquita técnica,
siempre en punta pero a la caza y captura de las pelotas perdidas. Un rebote,
un codazo y tomarla por el aire, junto a la boca del gol, donde se cuecen las
papas, -como dicen muchos en el argot futbolístico-.
Un ejemplo del estilo de Dionisio.
Se jugaba uno de aquellos encuentros inolvidables de gran rivalidad
histórica. Castilleja-Carrión. Llegó el descanso sin que ninguno de los dos
equipos hubiesen modificado los dos ceros del imaginado marcador. En el segundo
período, a la salida de un saque de esquina, llega un balón templado al área
contraria. Allí estaba Dionisio, con su cuquería y habilidad, entró al remate
de cabeza con su puño izquierdo por delante y ¡Gol! Nadie, ni el árbitro se dieron
cuenta de aquella anomalía. Bueno algunos sí, unos castillejinos que estaban
tras la portería y el mismo portero del Carrión, que por mucho que protestó el
<<gol>> subió al invisible
marcador. (Algún Tiempo después Miguel construyó el marcador). Así finalizó el
encuentro.
Entre los jugadores tenemos que destacar al cancerbero titular, Pedro
Caraballo. Temperamental, algo impetuoso y le cantaba las cuarentas al más
<<pintao>>, aunque solo quedaba en eso, después, nada de nada. Cuando
uno de aquellos centros la pelota invadían su área, su potente grito: <<
¡Mía!, seguido de un seguro bloqueo sobre su pecho>>, imponía la
tranquilidad en la defensa. Se decía que tenía el estilo del mítico Zamora.
Con Baldomero, que llegó defendiendo la portería hasta 1957, siempre
se podía contar en esta etapa, ya como suplente o ausencias del titular.
Recordemos también a Balbino Rebollo Medel, toda afición y devoción
con el fútbol local. Tarde tras tarde bajaba al consolidado y ya tradicional
campo del pozo Aguao, para asistir a los entrenamientos con la esperanza de que
algún domingo defendiera la portería de su equipo.
Así como tampoco podemos olvidarnos de Miguel Luque (Miguelito el carpintero). Jugador en la
delantera y un técnico en la portería de la que era reserva. Estando de portero
era quien mejor dirigía la defensa, mandando en su área con garantía de
resguardar los tres palos. Miguel siempre iba a por todas, era el último
baluarte al que se tenía que enfrentar el contrario en su ataque. Tanto si
jugaba, como si no, su labor en los partidos en casa comenzaba dos horas antes
del encuentro y finalizaba otras tantas después de los tres pitidos que marcaba
el final del mismo. Miguel se encargaba de montar y desmontar el marcador y los
tres palos de las dos porterías, era la única forma de mantener recto, sobre
todo el larguero, y la pérdida o deterioro de los demás. ¡Aquellos palos de eucaliptus
que él tanto cuidaba!
Miguel Luque Rodríguez: todo un símbolo y una institución local. Y no solo en el fútbol.
Otros hermanos, muy bien avenidos en el terreno deportivo y bastante
técnicos, Gonzalo y Diego Luque, los dos
en la delantera. Gonzalo, interior derecha y Diego, extremo izquierda, ambos
con un buen toque de balón.
Finalizando la década se alinearon nuevos aficionados a la amplia plantilla
del Philips, otra saga, los hermanos valencianos: Enrique, Jaime y Vicente
Zaragozá Alcover, este último jugó en el equipo de los años 60.
Enrique fue otro de los porteros suplentes. Jaime, un técnico y regateador nato, tanto en la
delantera como en la media.
En el próximo artículo trataremos del equipo y de las personas de
Castilleja del Campo que mantuvieron viva la ilusión por el fútbol
a partir del año 1960.
Historia 030. Castilleja del Campo,
martes 24 de febrero de 2015