martes, 10 de febrero de 2015

EL FÚTBOL LOCAL A MITAD DEL SIGLO XX (3)

Personas y anécdotas

Por Juan C. Luque Varela, Cronista oficial de la Villa
Habían pasado 20 años desde que los aficionados de Castilleja del Campo acogieran el fútbol como deporte y la semilla que plantaron aquellos pioneros, primero arraigó para dar sus frutos después. Durante estos años, la afición en nuestros paisanos: niños, jóvenes y mayores era tan fecunda, que el deporte del balompié se consideraba una   tradición más de la localidad.
De los primeros y muchos jugadores más, que hasta el presente artículo han sido mencionados, solo nos queda el recuerdo, en este, y en memoria de ellos,  trataremos de datos y anécdotas más tangibles y que aún perduran en las mentes vivas de muchos coetáneos nuestros.
<<Hemos perdido por 4 a 0, y de portero Baldomero >> -¿Qué fácil es echarle la culpa al portero?- Esta frase lapidaria y popular, que por lo repetida se hizo famosa, no solo en el ámbito deportivo, también ante cualquier contratiempo, el nombre de aquel lateral de la famosa delantera de los inicios del fútbol, era el paño que enjugaba las faltas de otro cualquiera <<la cumpa a Baldomero>>. Y es que Baldomero, después de su etapa como delantero, jugó algunos años más bajo los tres palos, por mor de su deficiencia respiratoria. Cumplió su 40 aniversario vistiendo la camisola del Castilleja.
Manuel Canita y Macedonio fueron otros de los jugadores longevos en el fútbol local. Ambos estuvieron en activos hasta cumplir 42 años y los dos, según cuenta quienes los conocieron en su madurez, disfrutaban con los equipos que vinieron después. Manuel Luque (canita) entrenado a los  jugadores que cada temporada se alineaban para remozar un equipo que ellos y otros castillejinos fundaron 20 años atrás.

Dos fenómenos en la delantera, Macedonio y Manuel Canita. Dos peloteros completamente distintos, cada cual en su estilo, que se compenetraban a las mil maravillas, dándoles satisfacciones, tardes tras tarde,  a la afición castillejina que acudía a nuestro campo de fútbol los domingos de partido y acompañaba al equipo en sus desplazamientos a pueblos cercanos.
Macedonio, zurdo nato, malabarista con la pelota en su posesión. Lo mejor, su virtuosismo, era la doble facultad que tenía: un potente chut y colocar el balón en ese << rincón de las telarañas>> donde pocos porteros pueden llegar. ¡Gol seguro!
Manuel Luque (Canita) era más batallador sin perder finura en su juego. Si en el primer artículo hablamos de él como el jugador del disparo potente e imparable, recordaremos ahora que también tenía una virtud primordial. Más que saltar volaba por encima de la defensa contraria y conectaba ese cabezazo al esférico, de arriba abajo, haciéndolo casi imposible de interceptar por el portero. Por eso, casi siempre llevaba el nº 9 en su camiseta.

Del anterior equipo, además de los tres mencionados, continuaron algunos años otros tres jugadores más. Andrés, Urbano y el Leo como suplente en la defensa.
El Leo fue un jugador brusco aunque espectacular en sus cortes, con ansias de ganarse el puesto como titular que nunca consiguió. Lo que sí conseguía con sus saltos y alocados cruces, sobre todo en partidos fuera de casa, era que el árbitro interpretara aquello como falta y, por lo tanto, penaltis al portero. –Así que no siempre tenía la culpa el guardameta.-

Andrés Luque Luque (del Palacio), delantero en punta, con un magnífico estilo y dominio de la técnica, se dijo de él que era un depurado artista por su control del balón. Tenía un gran remate y a bote pronto fuerza e intencionalidad. Aprovechando su memoria, vamos a describir una anécdota que refleja su fuerza en los disparos. Este caso aún sigue vigente  en la materia gris de muchos paisanos, aunque no se pongan de acuerdo cual fue el equipo visitante. Unos dicen que el Santa Cruz de Sevilla y otros que  se trataba de El Villanueva, de Villanueva del Ariscal.
Transcurría el minuto (…). Un balón que colgó nuestra media sobre el área del visitante, repelido de puños por el potero, vino a caer a los pies del purista que sin pensárselo: cañonazo de Andrés. ¡Un golazo!  
Pero aquí no quedó la jugada. Detrás de la portería de arriba –lógicamente sin red- se encontrada un acompañante del equipo visitante asistido de muletas por faltarle su pierna izquierda. Una vez perforada la portería, el esférico fue a impactar justamente en su apoyo derecho, con tanta fuerza que partió en dos la muleta, aunque de momento el cojo se quedó de pie.
Finalizado el encuentro, el resultado  fue lo de menos aunque se ganó,  Miguel Luque (Miguelito hijo de Antonio Luque el carpintero) se ofreció a remediar  el desaguisado y paliar en lo posible el malhumorado carácter del aficionado visitante. Aquel  domingo pasó a la historia por el remate de Andrés, porque, además de  marcar un gol dio trabajo al carpintero.

Finalizaremos este artículo con dos anécdotas de aquellos imposibles desplazamientos de la época.
Principios de los 50, medio de transporte: camión de Enrique Fernández conducido por su hijo José María. En la caja 11 jugadores, algunos suplentes, el técnico, un mandamás y vecinos acompañantes.  Destino Aracena (sierra de Huelva). Conforme pasaban los kilómetros un frío inmisericorde  fue instalándose bajo aquella raquítica lona para desgracia de los ocupantes que ya sufrían los botes del camión sobre  la ondulada y parcheada carretera. En los últimos kilómetros, ya en plena sierra, las vibraciones y el frio hicieron mella en las extremidades, apareciendo los entumecimientos y calambres. Cuando llegaron a su destino tuvieron que aplazar el comienzo del partido porque los jugadores, y demás pasajeros, estaban agarrotados.
Otro medio que comenzó a utilizarse para los desplazamientos de <<El Castilleja>> era el automóvil  de Francisco Rufino Romero (Frasquito).
A mediados de la misma década, el equipo tiene un compromiso de partido con El Huevar, por lo que esta vez, se contrata el servicio de transporte con Frasquito que disponía de un vehículo con el que hacía servicios de taxi. El turismo, aunque era un gran familiar, solo tenía capacidad para unos 8 o 9 pasajeros y solo el equipo y algún suplente ya sumaban 13, a los que se agregó el entrenador. Total que como el trayecto era corto, según información de Miguel Luque Rodríguez (carpintero) que viajaba como futbolista, llegaron todos pero sin poner los pies en el piso del coche.


El próximo artículo trataremos  de los jugadores de un equipo que llevaron <<El Castilleja>> a los años 60 del siglo XX, aunque con otro nombre.

Historia 029. Castilleja del Campo, martes 10 de febrero de 2015