Por
Juan C. Luque Varela, Cronista oficial de la Villa
El
manto azul, uno de los que viste la Patrona, ha cumplido seis décadas y en
febrero del presente año volverá a ser noticia. Adelantándose a ello, Cronista de la Villa comparte con sus lectores esta pequeña historia.
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Esta
vez, doña Antonia Luque Rodríguez (operadora de la centralita local de
telefónica), haciendo valer sus buenas relaciones con doña María Gracia de
Solís y Lasso de la Vega, esposa de D. García de Porres y Osborne, XI Marqués
de Castilleja del Campo, le habla, en nombre de otras señoras, del proyecto
para la adquisición de un nuevo manto para la Virgen del Buen Suceso. Comenzaba
el año 1950
Como
doña Gracia, después de ofrecerse para comprar el manto, no se decidía, Antonia
y doña Rosa Caña (maestra de la escuela local), tras arduas gestiones por
diferentes establecimientos sevillanos, localizaron el paño ideal para
confeccionar la prenda en el comercio textil de Eduardo Rodríguez. Escogieron
una buena pieza de terciopelo azul, dejando apartados 21 metros y se trajeron una muestra del mismo,
con la decisión de comunicárselo a la señora Gracia de Solís.
Días
después, Antonia Luque visita la casa del Marqués para entrevistarse con doña María Gracia, su esposa Con ella mantuvo
este escueto pero productivo diálogo:
–Señora,
como el Sr. Marqués y usted querían regalarle un manto a la Virgen y no se decidían, vengo a
informarle que ya sé dónde está el terciopelo para confeccionarlo.
–Muy
bien Antoñita –dijo sonriendo la señora del marqués- y ¿Dónde está?
–Pues
mire usted en el comercio de Eduardo Rodríguez de Sevilla. Ya está apartado, el
metro sale a cuatrocientas veinticinco pesetas. Aquí está la muestra.
A
primeros de 1951 la comisión pro manto
recibe la pieza escogida por Antonia y doña Rosa. Componían aquella comisión,
en la que Antonia Luque era la promotora, las señoras: María Josefa Rodríguez, Francisca
Hierro, Enriqueta Pozo, Victoria Luque y Pepa Luque.
Sin
pérdida de tiempo gestionan la confección y posterior bordado del manto con la Hermanas Adoratrices del convento de
Huelva. A ver que la pieza de tejido solo medía cuarenta y seis centímetros de
ancho, las monjitas les comunican que harán falta dos metros más para rematar
la confección y que el bordado ascendería
a treinta y cinco mil seiscientas pesetas.
Las
señoras pro manto comienzan a recabar fondos de casa en casa. Antonia, otra vez haciendo uso de sus relaciones,
visita a don Álvaro García (el Algabeño), a doña María Gamero Cívico, a los
señores de Laffite y a doña Margara Isasi y su esposo Felipe, entre otros.
Por
otro lado, el teatro fue una importante fuente de financiación. Paquita hierro
dirige dos espectáculos de música y teatro. Uno en 1953 y en 1954 el otro,
ambos montajes se representaron varias veces a demandas del público. En 1956 y
57 Maruja Rodríguez Mantero, contando con la colaboración de su hija Manola y
de su hermano Eduardo, también dirigió
otros dos montajes escénicos que, tras
varias puestas en escena en la localidad, llegaron a representarse en
localidades vecinas.
Por
esas fechas, la comisión visita el convento para estregar las primaras 15.000 pesetas a cuenta del presupuesto y hacer un
seguimiento de cómo iba el bordado. La prueba que le presentaron las monjitas no
convence a las señoras. Viendo que el dibujo quedaría algo pobre, dadas las
dimensiones de la prenda, consideraron
que tendría más lucimiento si se le agregaran algunos motivos como espigas de
trigo y florecillas. Naturalmente la ampliación incrementó el presupuesto en
600 pesetas más. Finalmente acordaron realizarla y dieron el visto bueno a las monjitas.
La
colaboración popular de los vecinos, las aportaciones de las personas visitadas
por Antonia y el taquillaje de las representaciones de teatro superó con creces
el presupuesto del bordado. A la vista del montante recaudado, la comisión
decide realizar las siguientes mejoras y adquisiciones:
Una
saya bordada con hilos de oro, obra realizada en el convento de Santa Isabel de
Sevilla, por un importe de 6.500 pesetas.
Al
orfebre Claudio Domínguez (de Galaroza) se le encarga el sobredorado de la corona de la Virgen, cuya factura
ascendió a 3.500 pesetas y se restaura el cetro dorado que importó 1.400
pesetas.
Las
jovencitas Isabel Fernández y María Teresa Rodríguez, guidas por doña Rosa
Caña, colaboraron con la causa confeccionaron una toquilla para la Virgen.
Posteriormente,
en 1961 y con los ingresos del musical que organizó Isabelita, se mando a
construir una nueva peana en plata repujada con forma de nube. Una pieza
esencial para conseguir más altura de la imagen en el paso, dadas las dimensiones
del nuevo manto.
Por
fin, siete años después de que llegara a
Castilleja el tejido del manto, se
contrata con el transportista de Carrión, José Ortiz para que lo trajera
desde Huelva. Con él, la Comisión envió a
las Hermanas Adoratrices las 20.600 pesetas que faltaban para abonar del primer
presupuesto. El resto de 600 pesetas por la ampliación del bordado, se pagaron
estando al manto en Castilleja. A la hora de liquidar el porte, el Sr. Ortiz dijo que lo había hecho de forma
gratuita y por colaborar.
En
una tarde de la primavera de 1958 los vecinos de Castilleja del Campo acudieron
a la plaza de la Iglesia, sin que ninguno hubiese sido convocado. Entre la
multitud se palpaba la emoción, la inquietud y alguna lágrima incontenida que se
deslizaba por más de una mejilla. Aun
así, todos estaban alegres, expectantes pero alegres, parecía una tarde de
fiesta. Y… finalmente lo fue.
De
súbito, el murmullo de todo un pueblo fue silenciado por un repique de
campanas. ¡Las campanas de Castilleja del Campo! Después, ni los disparos de
cohetes pudieron aplacar el efusivo aplauso, las ovaciones de palmas que
desgranaban los corazones de los allí reunidos. Llegaba el manto azul que todos
los vecinos, como algo propio, iban a
ofrecer a su Virgen y Patrona. ¡Nuestra Señora del Buen Suceso!
–El
manto y demás prendas mencionadas se
estrenaron el domingo 19 de agosto de 1962, en
una procesión que culminaba la
tercera y definitiva reorganización de la “Hermandad” en el siglo XX. Ellos no
sabían que así iba ser-.
Fuente: CRÓNICA DE UNA FIESTA VIVA.
Juan C. Luque. Castilleja del Campo, 1999
Historia 060. Castilleja
del Campo, viernes 1 de febrero de 2019