martes, 1 de noviembre de 2011

CUANDO LLEGA NOVIEMBRE (y 2)


Campanilleros de “Tosantos”

Por Juan Carmelo Luque, Cronista Oficial de la Villa.

   
      Estos amigos de Castilleja del Campo, “Los Campanilleros de Tosantos” como a partir de ahora los conoceremos, iniciaban su actuación en la madrugada del día 1 al 2 de noviembre y continuaban repitiendo sus rondas  nueve días consecutivos. Se reunían en la plaza de la Iglesia antes de amanecer.
-¡Bueno mucho antes! – Sobre las 4:30 ya nos teníamos que levantar. –Me corrige Isabelo que por aquellos tiempos no llegaba a los 30 años y, además del más joven de todos, solamente actuó en los últimos años antes de la desaparición definitiva de aquella costumbre popular.
En este primer encuentro se repasaban los temas y afinaban instrumentos, aunque posiblemente ya todo estaría organizado.  Cada uno tenía su misión en el grupo; los encargados del fuego iban  llegando a la plaza con  ramas y leña menuda de la desmaroja del olivo que amontonaban  en una gran pila. Este material combustible era cada día requisado de <el corralón> de Enrique Mauricio Lázaro (Barrigón) y de la panadería de José Macías Vargas. Cuando estaban todos se dirigían al Cementerio, “alumbrado” con pequeños faroles de aceite como era costumbre en aquellos años, desde allí, después de una corta visita,  partían para comenzar su  ronda por el pueblo.
    Antonio Luque (el municipal); Antonio Luis Rodríguez Monge, (hermano de Manolé); Juan Pérez Monge, (el Pere); Victorio Luque Rodríguez (mi padre); Eduardo Rodríguez Mantero, (de Paca); Francisco Ramírez Tevas, (Paquito de Jacoba); Macedonio Rodríguez Escobar, Feliciano Monge Pérez, Eloy Delgado Romero y, en los últimos años (1959 -1961), el joven Isabelo Rebollo. Estos eran los componentes masculinos de los Campanilleros de “Tosantos”. Seguramente hubo personas que en años puntuales también intervinieron, como el caso de Juan José Rivera que se apuntó un año y cuando llevaba tres días se cansó. -Levantarse antes de las 5 de la mañana con aquellos fríos de otoño era toda una proeza-. Aguantó los nueve días cuando su padre le hizo ver que los compromisos están para cumplirlos. (Tomen nota jóvenes de hoy. Así se entendía el respeto y la autoridad de los padres ¿serían cosas del siglo pasado?)
     Gracias a Marina Luque Reinoso,  quien aportó una valiosa información, cotejé datos y pude aclarar y poner luz en muchas lagunas en sombra. Una, muy importante, que se deduce de sus relatos, es la relación que los “Campanilleros de Tosantos” tenían con la religión, ya que las rondas durante estos días  tenían, entre otros, un  fin,  <<convocar a los feligreses a las misas en la novena de difuntos, con una formula alegre y divertida>>.   
De los más de veinte años de vida de los “Campanilleros de Tosantos” Marina y su hermana Herminia Luque Reinoso, participaron en casi todos. En este punto me informa de otras participantes de su época: Francisca Gómez Fernández y las hermanas Salud y Remedios Delgado Romero.
En una de aquellas entrevistas, tuve la suerte de rescatar un valioso documento sonoro. Marina me cantó unas coplillas de las rondas en aquellas madrugadas. Transcribo los textos de las estrofas. –Lamentablemente no tengo autorización para compartir este lujo de grabación-.
    Y así rezan algunas de aquellas canciones:
<<En tu puerta está la campanilla / ni te llama ella ni te llamo yo, / que te llama la Virgen María / por boca de un ángel./ ¡Vaya que primor!  ¡Vaya que primor, vaya que primor!/ En tu puerta está la campanilla / ni te llama ella ni te llamo yo. >>

<<A rezar el rosario a María / los campanilleros por la madrugá / me despiertan con su campanilla / y con el rosario me hacen llorar./ Me hacen llorar, a las 4 o 5 de la noche / los campanilleros por la madrugá. >>

    Entre los años de 1957 y 58 otro pequeño grupo de mujeres se unió a los campanilleros de “Tosantos”. Otilia Escobar Muñoz, Francisca Mauricio Carreño, Mari-Lú Luque y Dalia Monge Luque entre otras. Unos toneleros de Bormujos, que por aquellos años trabajaban en el cortijo Villanueva de nuestra la localidad, también acompañaron al grupo. La participación de tantas personas por aquellos años, impulsó la afición a estos pasacalles, a la vez que sonaban con más fuerza y alegría. Sin embargo,  ya estaba cercana la decadencia de esta costumbre popular.
    Comenzaban sus rondas al llegar a la Cruz del Plato (El Cronista aprovecha para reivindicar este nombre para la plazoleta) con canciones revisadas del cancionero popular de  serenatas y otras muchas creadas por Eduardo Rodríguez. El acompañamiento instrumental se componía, además del acordeón de Antoñito, con guitarra, panderetas, triángulo, la botella y el palillo; el cántaro y la alpargata y, la más importante, la campanilla.

<<A la una o dos de la noche / iba San Cristóbal por medio del mar / con el Niño de Dios en los hombros / diciendo, Dios mío, ya no puedo más. / Ya no puedo más, ya no puedo más. / A la una o dos de la noche / iba San Cristóbal por medio del mar. >>

<<Alegría que ya viene el día / viene clareando los rallos del sol / y venimos a darles los días / a la Purísima y Limpia de la Concepción. >>

    Con estas y otras canciones  despertaban a los vecinos, siendo apenas las cinco y media  de la mañana y, aunque hacían parada obligada para serenatas muy particulares, continuaban en su recorrido por aquellas calles empedradas, unas; otras con adoquines y terrizas las demás. Calles de tránsito imposible durante el día, ¿cómo serían en las lluviosas madrugadas de noviembre? Reconstruyamos por un momento  la escena: madrugada de noviembre, con un gélido viento y llovizna casi diaria,  este grupo de personas –mujeres y hombres- recorren cantando unas calles mal pavimentadas y embarradas, cuya  iluminación dependía, a largos tramos, de los pocos vatios una  bombilla balanceada a su antojo por el viento, bajo la blanca porcelana de un platillo que ni le  protegía de la lluvia ni le  servía de sombrerillo.
    Ellos, impertérritos ante las inclemencias del tiempo, continuaban con su ronda y sus canciones. Canciones, la mayoría con letras compuestas por ellos mismos, que  marcaron un estilo, definen una época y a unas personas de Castilleja del Campo.

<<Son tus labios dos finos corales / y tus mejillas dos rosas encarnas / tus ojos brillan como luceros / y tu cara un ramo de azahar.
(Estribillo) “Tú me lo dirás, tú me lo dirás./ Si con esta copla en algo te ofendo / para en tu ventana no cantarla más.>>

<<Sor María, madre religiosa / con su hábito blanco para el templo va / para pedirle a nuestra Patrona / que la ponga buena de su enfermedad. >>
Esta letra, compuesta por Eduardo Rodríguez, estaba dedicada a la religiosa Rosarito Tebas Rodríguez (hermana de Sara)

    Cuando los “Campanilleros de Tosantos”, sobre las 06:00 horas, llegaban  con sus últimas canciones a la plaza de la iglesia, procedían a encender la pila de leña. Justo en aquel momento iban llegando los feligreses que, antes de asistir a la misa de difuntos,  se permitían un agradable “calentón” en la fogata. Finalizada la misa y al salir de la parroquia eran muchas las personas que aprovechaban rescoldos y borrajos, se los llevaban a su hogar  para alimentar  los braseros y  mitigar, en lo posible, el frío inmisericorde  y de interior de aquel trágico paisaje social de tan larga posguerra.

Costumbres y tradiciones 002. Castilleja del Campo, 01.11.2011