lunes, 12 de febrero de 2024

EN MEMORIA DE BLAS INFANTE

 

 

Por Juan Carmelo Luque Varela, Cronista oficial de la Villa 

Este año, para conmemorar el 28F y hablar de nuestra patria andaluza, he considerado que nadie mejor que la hija de Blas Infante, María de los Ángeles.

Ella ha dedicado su vida en difundir el legado e ideario de su padre a través de la Fundación Blas Infante que ella misma preside, manteniendo siempre presente a su querido progenitor en sus palabras y referencias, salpicadas con recuerdos de su infancia, con explicaciones y expresiones  firmes y claras.
La segunda de los cuatro hijos de Blas Infante nos recuerda una fecha cargada de simbolismo, porque se enmarca entre el día en que los falangistas detuvieron a su padre, el 2 de agosto de 1936, y la madrugada del 10 al 11 del mismo mes, cuando lo fusilaron. 

En este sentido traemos aquí, una entrevista publicada en 2021 por el rotativo “El Día de Córdoba”.

¿Qué recuerda de su padre?
-Yo iba a cumplir 6 años cuando se lo llevaron. Era el día de mi santo, el 2 de agosto, y fui a verlo a su despacho. Me dijo: “Coge unos dulces y una botella de anís y vas por la casa convidando”.
¿Había mucha gente en su casa ese día?
-Nuestra casa de Coria siempre estaba llena de obreros: albañiles, pintores, escayolistas… Era como un poblado. ¡Nunca terminaban de construirla!
¿Y eso por qué?
-Mi padre era consciente de que el día que no trabajaban, esos hombres no comían. De modo que ordenaba deshacer lo hecho, aduciendo que no le gustaba. 
¿Y su madre que decía?
-Decía: “Blas, a este paso nos quedamos sin dinero”. La casa costó tanto que en el pueblo la bautizaron como Oro y plata. ¡Hubo que hipotecarla! Esa generosidad define el alma de mi padre.
¿Por qué se fueron al campo?
-Estando él de notario en Coria, mi hermano Blas cogió una pulmonía y se quedó muy débil. Querían una casa en un cerro para que respirara aire puro.
¿Qué más recuerda del día de la detención?
-El uniforme de los falangistas: la camisa azul y el gorro con borla. Rodearon la casa y lo sacaron por una cancelita, hacia el mediodía.
¿Qué ocurrió entonces?
-Pude ver que mi padre les hablaba al salir. Luego mi madre nos contó que les dijo: “Con mis escritos privados haced lo que os parezca, pero el protocolo notarial ni tocarlo”.
¿Y le obedecieron?
-Le dijeron: “¡Ya vendrá otro notario!”.
¿Cómo reaccionó su madre?
-Le dijo al jefe del pelotón, el sargento Crespo, que ella era sobrina del gobernador civil, Pedro Parias. Y Crespo le respondió: “Si es así, muévase todo lo que pueda, porque traigo órdenes muy graves.”
¿Qué órdenes eran?
-Había orden de aplicarle a mi padre la ley de fuga, para que no llegara a Sevilla con vida. Pero Crespo no la obedeció: se portó muy bien, se jugó la vida.
¿Lo llevó directo a Sevilla?
-Antes fueron al Ayuntamiento de Coria, desde donde mi padre llamó a su amigo Ángel Camacho. Mi madre, mientras, se fue a ver a Jaime Coll, teniente coronel de ingenieros, que la acompañó a Sevilla.
¿Y…?
-Mi madre fue a ver a su tío. ¡Se arrodilló delante de él! Era hermano de mi abuela y tenía mucho trato con ella, porque pasaba temporadas en su casa. Mi madre era de las predilectas de la familia.
-Pero su tío no la ayudó.
-El general Queipo cuenta en sus memorias que los primeros que se pusieron a su disposición en Sevilla fueron Pedro Parias y sus hijos. Eso explica algunas cosas.
¿Quién ordenó fusilar a su padre?
-Yo no lo sé. Un picador de toros de Coria, Almohadilla, estaba en el cine Jáuregui la noche que lo nombraron junto a otros, para llevárselo, y nos contó cómo fue aquel momento.
-Debieron ser días muy duros.
-Fueron días horribles. Queipo publicó un bando en esas fechas advirtiendo que no sólo serían pasados por las armas los prisioneros de guerra, sino todos aquéllos que intercedieran por ellos.
¿Cómo reconstruyeron el fusilamiento?
-De forma casi milagrosa. Nuestro amigo don Juan Álvarez Osorio coincidió, un día que estaba comprando en una granja en Camas, con un hombre que fue testigo de cómo lo fusilaron.
¿Quién era ese hombre?
-Un guardia cívico que acompañó al grupo hasta la [antigua] carretera de Carmona. Contó que mi padre murió gritando “Viva Andalucía Libre”. Y una vez en el suelo, ya casi muerto, lo volvió a gritar.
¿Cómo supieron que donde está enterrado?
-Supimos que estaba en el cementerio de San Fernando por el sepulturero Rafael, que cuidaba las tumbas de mis abuelos. Le dijo a mi madre: “Yo vi como lo echaban a la fosa común”.
-Pero no tienen constancia documental.
-Hice mis gestiones. Pero no consta que fuera enterrado el 11 de agosto. En el archivo del cementerio no figuran más que unas pocas defunciones en blanco, sin nombre alguno.
¿Qué molestaba tanto de su padre?
-Que defendía la reforma agraria. Había familias andaluzas que poseían términos municipales enteros. Soñaba con que cada campesino andaluz tuviera su parcela.
-Entonces había mucha hambre.
-Eso influyó mucho en mi padre. En aquellos años los jornaleros se amontonaban en las plazas. Llegaba el manigero y decía: “Vas a trabajar tú, tú y tú”, los menos conflictivos. El resto volvía a su casa sin pan.
¿Y qué destacaría de su figura?
-Por encima de todo era un hombre bueno. Recuerdo que mi hermana Luisa y yo oímos una vez que mi madre le decía: “Quieres dejar ya Andalucía y Andalucía, que vas a traer una tragedia a esta casa…” 

María de los Ángeles Infante, aunque aún era  una niña, guarda un fiel recuerdo de los últimos días felices vividos en la casa familiar que el notario e ideólogo del andalucismo construyó en Coria del Río (Sevilla). Ella nunca ha escatimado esfuerzos cuando se la ha requerido para honrar la memoria de su padre. 

Opinión del cronista 057

Castilleja del Campo, lunes 12 de febrero de 2024