Por Juan
Carmelo Luque Varela, Cronista oficial de la Villa
Finalizó la primavera y
cuando hizo su entrada el solsticio de verano, el trigo había sido recolectado
del campo. Aún así, muchas de aquellas espigas de cereal tostado lograron estar
presentes en el Corpus Christi de Castilleja del Campo.
El Corpus una fiesta de
recuerdos, guardados en nuestra memoria desde la infancia, donde antes como
ahora las calles del pueblo se envuelven con invisibles vaharadas de fragancias
que viajan con la brisa de la mañana: la juncia y el romero que alfombran el pavimento y los inconfundibles
álamos y eucaliptos situados en las fachadas. Y en los altares pan y vino, símbolos que se
repiten en todas estas estaciones de oración, como si el hombre quisiera dejar
constancia de los frutos que ha dado su trabajo.
Sacrificio verde del
campo / ramos de espigas y de uvas / que del pueblo a la iglesia subía / para
ser testigo al paso de la Eucaristía. (1)
Permíteme Señor, poder
hablarte / dispóngame a decir a mis hermanos / aquello que a los vientos
pregonamos / que cada primavera me enseñaste.
El pueblo se engalana
con las mismas colgaduras de antaño: colchas y mantones. Con las mismas flores
de los patios: pilistras, calas, hortensias, helechos y geranios; que hacen de
las aceras efímeros jardines. Se
levantan altares –un total de siete–. Los
mismos que en el pasado levantaron otras manos para recibir, también, a Jesús
Sacramentado.
Cuando la procesión, acompañada
de mantillas, fieles y niños de comunión, pasa hollando la juncia y el romero,
nos queda el aroma de los campos y del incienso. Sólo incienso que en esas
navetas arden conteniendo la memoria de los tiempos y los deseos de los
humanos.
Un radiante sol, llenando de luz lo imposible, saca
destellos de oro y plata en todas partes. En la custodia que porta el Cuerpo de
Jesús, en las varas del palio, en las cadenas del incensario, en los libros de
los niños de primera comunión, en el
nácar de las mantillas y en las blancas fachadas, encaladas con dos manos de
nieve que ahora calienta la mañana popular.
Es la misma mañana que
siendo niño al Corpus acompañaba entre aromas, sonidos y recuerdos. Los mismos
truenos de cohetes, los sonidos de la gaita y el tamboril, la misma diana y
procesión, los cántico e himnos y la imagen en sepia del pueblo, el juez y el
alcalde tras el palio.
¡Todo es poco para
acompañar al Santísimo Sacramento por las calles!
El Corpus Christi, la festividad
de religiosidad popular más antigua que se recuerda en Castilleja del Campo
que, como en Toledo, Granada, Sevilla y Carrión, se celebra en jueves
manteniendo viva la tradición.
(1) La palabra Eucaristía, derivada del griego
εὐχαριστία (eucharistía), significa "Acción de gracias".
Opinión del
Cronista 036
Castilleja
del Campo, viernes 21 de junio de 2019