viernes, 3 de mayo de 2019

LA TRADICIÓN ESTRENA OBRA DE TEATRO


Por Juan Carmelo Luque Varela, Cronista oficial de la Villa
La tradición y la afición al teatro continúan latente y se hacen tangibles cada año en nuestra localidad. Una  semilla que  enraizó a comienzos del siglo XX y está dando sus frutos desde 1940. Desde esos años y a lo largo del mencionado siglo se han venido representando obras de teatros, aunque  de forma esporádica, montadas, dirigidas e interpretadas por hombres y mujeres de Castilleja del Campo.
En los últimos años del pasado siglo y hasta la primera década del XXI, Consuelo García Daza mantuvo activo un grupo de teatro formado por mujeres de la Asociación Campos de tejada, de la que es presidenta.
Fue a  raíz de la inauguración del Centro Cultural María Moliner, en noviembre de 2011, cuando se crea el Taller de Teatro Municipal, un grupo de aficionados a las artes escénicas que, bajo la dirección de Cynthia Luque, estrenó su primer montaje en diciembre del año siguiente. Desde aquel año y con futuro de continuidad, las tablas del teatro de Centro Cultural María Moliner son testigos cada año del trabajo el montaje y el estreno de una nueva obra.
Gracias al Taller de Teatro y al espacio que ofrece el mencionado Centro Cultural, los aficionados y aficionadas de Castilleja del campo tienen la oportunidad de expresar su arte escénico y mantener viva la tradición.
El pasado viernes 26 de abril el grupo estrenó su séptimo trabajo: “Historia de una escalera”, de Antonio Buero Vallejo (1949), —obra que marcó un hito en el teatro de la postguerra— calificada como el drama de la frustración social visto a través de tres generaciones de la clase media baja.
La trama pone en escena a tres generaciones que habitan un mismo inmueble para representar la frustración social y existencial en la vida española, en una época que Cynthia  transporta al trienio de 1960 a 1980 con su adaptación del texto.   
La escalera, espacio cerrado y simbólico, y el inexorable paso del tiempo favorecen una estructura cíclica y repetitiva que subraya el fracaso de los personajes.
La escenografía, que pone en evidencia la modestia  del inmueble donde se desarrolla la obra, es muy sencilla y esquemática pero cargada de simbolismo, pone en valor el trabajo de actores y actrices que tienen que llenar con sus interpretaciones el vacío espacio del escenario.
El primer acto trascurre un día de 1960. El original arranque, la escena del cobrador de la luz (Nicolás Luque), manifiesta las estrecheces económicas de los vecinos: Paca (Ramona Luque), D. Manuel (Antonio Gómez), doña Asunción (Nena Monge) y Generosa (Polar Olivo). Por su lado Carmina (Yolanda Fernández), hija de Generosa y Fernando (Luis Carlos Luque), hijo de doña Asunción,  dos jóvenes que se encuentran en el rellano o “casinillo” de la escalera para declararse mutuamente su amor. Al menos así lo parece...
Finalmente Fernando y el sindicalista Urbano (Fran. Javier Rodríguez), hijo de Paca, juegan a las cartas en el casinillo. Ellos encarnan la demagogia ante la inmovilidad del sistema y proyectan hacer de todo por avanzar pero, al final, siempre están en el mismo punto de partida. Así finalizó el primer acto que fue aplaudido por el público.

Al final de cada acto no se cerró el telón. Para mantener la atención del respetable, la directora había creado dos “pasos o entremeses”.
En este caso –final del primer acto–, presentó un gracioso cuadro costumbrista en el rellano de la escalera. Unas niñas juegan al “teje”: Sofía A. Muñoz y Natalia A. Romero, hasta que llegan dos mujeres: Charo Romero y Cynthia Luque que se sientan a coser y remendar ropa. Todas cantan “Los peregrinitos” de Lorca.

El segundo acto tiene lugar diez años después. Muere el marido de Generosa que llega del funeral acompañada de su hija, sus vecinas Juana y Paca con su hija.
El sindicalista Urbano le pide a Carmina que lo acepte por esposo.  Fernando, buscado el partido –la estabilidad económica– que le ofrecía  Elvira (Pilar M. Moreno), ya se había casado con  ella. De este enlace nacieron Fernandito (Álvaro Vivero) y Elvirita (Karla Borges). El acto trata de amores frustrados, donde nadie es feliz, todos son egoístas y ese egoísmo desemboca en la infelicidad.
En este acto aparecen tres personajes que tienen su peso en la obra. Trini (Marga Mateos) hija de Paca, Juana (Carmen Muñoz), hermana de Paca, y Pepe (Fran. Manuel Rivera), hijo de Generosa y hermano de Carmina.
Como el anterior el público reconoció el trabajo de actores y actrices con un fuerte aplauso.
El entreacto fija la fecha del siguiente tercer acto. Una jovencita vendedora de periódicos (Cecilia Conde) pregona la noticia y relata la cónica del día: el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. Conocido por su fecha como 23-F, fue un intento fallido de golpe de Estado perpetrado por algunos mandos militares de España, encabezados por el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero.
El último acto sucede en la década de 1980. Pepe, que malvive con Rosa (Leo Reinoso) hija de  doña Asunción, descubre una personalidad déspota y violenta y es rechazado por sus convecinos. En esta fecha, Fernandito (Álvaro Vivero), hijo de Elvira y Fernando, y Carmina (Montse Corral), hija de Urbano y Carmina, están enamorados, pero sus padres han prohibido esta relación debido a la amargura y la frustración que les produce su propio fracaso.
Han pasado 30 años y todo sigue igual, se repiten la mezquindad, la envidia y los desamores en la nueva generación de la escalera.
Un generoso y merecido aplauso fue el mejor regalo para reconocer el trabajo de estos  aficionados al teatro. Un grupo de actores y actrices que cada año pisan con más fuerzas las tablas de los escenarios. La fuerza interpretativa, el ritmo, la dicción y fluidez en los diálogos han destacado  en todo el elenco.
–Gracias  a esta compañía, al Centro Cultural María Moliner y a la afición de nuestro pueblo por el teatro y las artes escénicas, la tradición continuará indeleble y segura–.
Costumbres y tradiciones 056
Castilleja del Campo, viernes 3 de mayo de 2019