sábado, 5 de mayo de 2018

LUCES, FLORES Y COLORES DE MAYO


 La naturaleza ha intervenido en el campo

Por Juan Carmelo Luque Varela Cronista oficial de la Villa
Abril se ha desmayado  en el camino de mayo, mes de las flores, de María y de la Madre. Un mes para despertar los sentidos, donde el olfato la vista y el tacto son testigos de la transformación que se ha producido en la naturaleza. Y dan fe de ello porque han olido el aroma, han visto la belleza y han tocado el aterciopelado de las flores. Plantas que madres de la naturaleza son. En la actualidad, donde en  casi todo impera el artificio, el mes de mayo nos ofrece la oportunidad de encontrarnos con la belleza natural. Una inimitable hermosura que cada año, Él, creador de vida,  pone en mano de la primavera  el pincel “murillesco” que viste el campo de caprichosos colores, de flores, de olores…
En mayo es hora, ahora, de buscar la belleza que en el campo te espera sola. Hora de disfrutar los sentidos con los campos de trigo, ahora de  profundo color verde con aires de mar, que la mano de la brisa provoca al acariciar sus espigas expuestas al sol. Hora de contemplar cómo, ahora, se viste  el campo de color amarillo y blanco de las margaritas compitiendo con la sangre de las amapolas. Hora de observar en los olivos su nevada de esquilmo de ahora. Ha llegado la hora de pasear por laderas y valles, para encontrarse con la naturaleza viva de las flores, sus olores y los conciertos de los pájaros. Ahora es la hora para abrir los sentidos y disfrutar del esplendor que la naturaleza nos ofrece gratis en mayo, donde, salvo la lluvia el sol y el viento, nadie ha intervenido en tanta belleza. Posiblemente si nos cobraran por asomarnos iríamos más al campo de mayo. 

Era por mayo en el colegio. Aquel colegio de niñas y niños donde  un muro, haciendo distinciones de sexos, separaba las aulas y los patios del recreo, a la vez unidos por un pozo común, también se llenaba con la primavera de mayo.
Y de aquella aula de niñas, saltando la censura del muro y el patio de infantiles juegos, llegaban hasta la de los niños las dulces voces de las mayorcitas que traían  canciones de mayo. Un canto-oración que llamaban a ir con flores a María, <<…que Madre nuestra es>>.
Era por mayo en los patios, cuando en  macetas y arriates los claveles se abrían como crisálidas de primavera y en pueblos y plazas se celebraban  las cruces de mayo. Tradiciones que aún perduran en muchas localidades.
Son recuerdos de olores,  canciones y colores que vuelven cada mayo para despertar la memoria del largo sueño de los años.

–Pero no recuerdo si se celebraba el día de la madre, a quienes aprovechamos para felicitarlas en mayo. Seguramente fue una invención posterior, fruto  de la publicidad cómplice de los grandes almacenes, para incitar al consumismo-.

Opinión del cronista 034
Castilleja del Campo, sábado 5 de mayo de 2018