jueves, 14 de mayo de 2015

LA DECADENCIA DEL FÚTBOL LOCAL


Dos personas intentaron  la continuidad

Por Juan C. Luque Varela, Cronista oficial de la Villa
Antes de descubrir a los dos jugadores que lucharon, a mediados de los años `70, para evitar la posible desaparición del fútbol en nuestro pueblo, relataremos una anécdota ocurrida años atrás. Los protagonistas de esta historia fueron Vicente Zaragozá, Miguelito el carpintero y un jugador del equipo contrario y ocurrió en uno de esos años de mala racha que no se le ganaba ni al Huevar (frase muy conocida por aquellos tiempos, ya que el equipo de Huevar era uno de los más flojitos de la comarca).

Nuestro equipo visitó el pueblo de Chucena con la ilusión de romper el <<mal fario>>. Cuando se estaban cambiando en el vestuario, Vicente el valenciano,-no sabemos si fue una broma suya-  arengó a los jugadores  con esta sentencia. –Ha dicho Manolito el pastor (Alcalde por entonces de Castilleja del Campo),  que si perdemos este partido el próximo lunes ara el campo y nos quedamos sin fútbol para los restos. Vicente, que era un jugador  de aguante y con inmejorable fondo físico, de ahí que en más de una ocasión se definiera como líder del equipo, jugaba en la defensa en aquél partido.
Solo quedaban cinco minutos  para finalizar y el marcador arrojaba un  resultado de empate a cero. A la salida de un córner en contra y por alto, nuestro portero escuchó alto y claro el ¡Mía!  de Vicente, quien saltó sin suerte y la pelota traspasó los palos. ¡Gol del Chucena!
Todos, ante el comentario de Vicente en el vestuarios, pensaron lo mismo –Mi gozo en un pozo, se acabó el fútbol en nuestro pueblo-.
Pero no quedo así el encuentro, Miguel Luque (el carpintero), animador incombustible del equipo y siempre tras la portería, reclamó al del pito que había sido <<mano>>. Efectivamente el delantero se adelantó a Vicente y con el puño desvió la pelota. El árbitro dio el gol por válido a pesar de las oportunas reclamaciones. Se recurrió a la buena fe del jugador que cometió la infracción quien, efectivamente, confirmó la irregularidad cometida (por cierto era un seminarista de vacaciones en su pueblo). Ante esta tesitura el juez de la contienda  no tuvo otra alternativa que anular el polémico tanto y, tirando el silbato en el centro del campo, se marchó, dejando el parido sin terminar.
Así el Club Deportivo San Miguel podo continuar celebrando sus encuentros en el campo de fútbol del <<Pozo aguao>>, como aún se conocía, el que posteriormente se llamaría <<Campo  Municipal el Prado>>.

Después de este paréntesis vamos a retomar el tema según se indica en el encabezamiento. <<Dos personas intentaron la continuidad del fútbol local>>.
Las directrices del club (o lo que quedaba del mismo)  la llevaban <<a la limón>> varias personas entre las que se encontraban los dos peloteros a los que vamos a referirnos. Allí se tomaban decisiones, seguramente con buenas intenciones,  que no siempre daban buenos resultados al no consensuar los criterios. Este fue el principio del fin.  
Fueron dos magníficos jugadores con una larga trayectoria en el San Miguel desde 1965, los dos alineados en la <<media>>. Dos personas que apostaron por el equipo y su continuidad, donde, además de directivos, fueron  entrenadores, técnicos y los que realizaban el trabajo de campo, para sacar adelante y mantener viva la  afición por el fútbol en nuestra localidad.
Ellos eran José Luque (Pepe de la Julia) y Manuel Rodríguez (Manolito de Juana) y aunque fueron mencionados en anteriores artículos, llegado a este punto vamos a definir, aún más, sus perfiles deportivos.


Menudo de cuerpo y escaso de fuerza Pepe de la Julia era todo nervio, rapidez, siempre suelto y con pases medidos, un técnico que miraba, recortaba y  ponía la pelota en el lugar exacto. Aunque abusaba de los regates, de los que casi siempre salía airoso, realizaba un perfecto servicio a los delanteros, consiguiendo  los aplausos de sus seguidores. Más de alguna vez, por querer sobar la bola más de la cuenta provocó algunos sustos en la defensa de su equipo. Pepe, además de colaborar con Manolito en el equipo titular, formó un equipo de juveniles donde volcó todos sus conocimientos futbolísticos desde su cargo de entrenador. Equipo de donde salió la cantera del futuro San Miguel que vendría después.

Por su lado, Manuel Rodríguez (Manolito de Juana), como era conocido en el mundo deportivo de nuestro pueblo, era un jugador muy hábil y siempre en punta, jugaba muy rápido y disponía de un tiro bastante potente. En pocos partidos se quedaba sin marcar.
Cuando <<colgó las botas>> no solo cargó con la responsabilidad de dirigir a los jugadores del equipo titular como técnico y entrenador, también era directivo, junto a Pepe de la Julia y se encargaba del mantenimiento del terreno de juego. A final de los ´70, cuando la afición entró en decadencia, Manuel Rodríguez Román ya estaba preparado para entrenar y colaborar con el nuevo San Miguel en de la década siguiente.
Tanto en el equipo titular y por supuesto en el segundo equipo, como se conocía la cantera de juveniles, fueron apareciendo caras nuevas y nuevos jóvenes que desplazaron a los más veteranos, sobre todo en el primer equipo. Entre otros nombraremos a Juan Vicente, Antonio Suarez y su hermano, Roque, José Mari, Santito, Jesús, Antonio Caraballo y un jovencito Isabelito que tenía lago especial.

En esta etapa en la que Pepe de la Julia y Manolito de Juana cumplían con sus funciones, tanto en el equipo titular como en el de juveniles, limitaron sus desplazamientos a los pueblos más cercanos: Carrión, Chucena, Escacena, Paterna, Hinojos, Huevar y Villamanrique. Las visitas a localidades más alejadas, además de presentar más problemas en las gestiones, aparejaba un transporte más caro.
Generalmente en estas salidas, que se programaban en el entorno de las fiestas patronales y otros festejos populares de las localidades citadas, se llegaba al acuerdo con el equipo para que  devolviera la visita, bien al domingo siguiente u otro que ellos pidieran o quedaba pendiente para el torneo que se celebraría en agosta para nuestras Fiestas Patronales. Otras veces el acuerdo consistía en  cobrar unos honorarios equivalentes al costo del desplazamiento. Incluso por matar el gusanillo futbolero, se iba de gratis a muchos pueblos y entre todos los jugadores se pagaba el medio de locomoción.

Por otro lado, los mejores jugadores y los jóvenes que despuntaban en el deporte fueron fichados en equipos de otras localidades. Roque, Isabelo y algunos más se alinearon en el equipo de Carrión. Antonio Adorna y otros terminaron en La Palma. Así, desmembrado el equipo local, la afición entró en una imparable recesión y el fútbol desapareció por un tiempo de nuestro pueblo. Sea como fuere, al final de la década de los años `70 del pasado siglo, el resultado fue  otra decadencia en la afición futbolera, de las muchas conocidas a lo largo de la historia del fútbol local.

Tendrían  que pasar casi cuatro años para que el Club Deportivo San Miguel resurgiera renovado e inscrito en la Federación Nacional de Fútbol. Un sueño que se plasmó cuando se cumplía el cincuentenario de la práctica del  Balompié como deporte en Castilleja del Campo.  

Historia 033. Castilleja del Campo, jueves14 de mayo de 2015