miércoles, 11 de diciembre de 2013

CASTILLEJA EN LA RECONQUISTA


EL NACIMIENTO DE CASTILLEJA MEDIEVAL CRISTIANA

Por Juan C. Luque Varela, Cronista Oficial de la Villa
En nuestra última “pincelada histórica” dejamos a nuestra Castilleja aún en manos de sus pobladores hispano-musulmanes, con sus costumbres, usos y cultura particular. Pero mucho va a cambiar la situación tras los hechos de su reconquista y posterior repoblación de gentes del norte y centro de nuestra península, a partir de la toma de Sevilla capital y de la parte más oriental del Aljarafe (entendido como comarca natural, cuya comprensión será la que le den a partir de entonces sus nuevos moradores).
Dichos hechos tendrán lugar entre 1247 (cierre del cerco de Sevilla capital) y 1252 (inicio de la reconquista del cristiano Campo de Tejada), cuyo aún reyezuelo, Hamete, aunque ya había aceptado varios años atrás la potestad del rey Fernando III, mediante el pago de parias, aprovechó la muerte de éste (1252) para levantarse en armas contra su recién nombrado sucesor e hijo, Alfonso X. Sin otro remedio, el rey “Sabio” organizó una campaña contra Tejada, que cayó en manos cristianas, sin excesivo esfuerzo, a principios de 1253. En aquel año comenzaron para Sevilla y su tierra las tareas oficiales de cristianización, dirigidas por la chancillería Alfonsina en comunión con la Santa Madre Iglesia, que ya llevaban algún tiempo trabajando en ello. El Campo de Tejada, como último territorio reconquistado agregado a la tierra de Sevilla (núcleo original del recién creado Reino de Sevilla cristiano), disfrutó de la ventaja de aprovechar los avances que la citada chancillería ya había puesto en marcha en otras zonas del citado reino. Lo primero fue ver lo que realmente existía en aquel campo (pobladores, poblaciones, sus categorías civiles públicas, etc.). Luego vino la tarea de conceder tierras y gentes a cada una de las poblaciones que recibían, como mínimo, el título de alquería, quedando fuera de esta ordenación territorial las aldeas, los cortijos y los predios. Resultó que el Campo de Tejada sólo contaba con un lugar que pudiese ser identificado como “ciudad”, Tejada, “la Nueva”, que se convirtió así en su cabecera.
         Nuestra Castilleja, llamada por sus reconquistadores “Casti(e)lla Abençameit”, obtuvo la categoría civil pública de alquería, por lo que se la dotó de un alfoz (o término) propio, cuya medición corrió a cargo de Don Remondo, todavía obispo de Segovia, en compañía de Ruy López de Mendoza, Gonzalo García de Torquemada, Pedro Blanco, el adalid, y Fernán Servicial. No consta la inclusión en el mismo de aldeas, cortijos o predios, lo cual, unido al poco alfoz que le fue asignada (1.287 aranzadas, unas 650 has), nos debe llevar a la conclusión de que se trataba de un lugar pequeño, en comparación con algunos de sus vecinos más inmediatos.
Tras las citadas tareas, se procedió al repartimiento y repoblación de Casti(e)lla Abençameit, cuyo alfoz se dividió en lotes, otorgados a sus reconquistadores por voluntad del propio rey. Desgraciadamente, y a diferencia de la minuciosidad que el ya citado Libro del Repartimiento de Sevilla ofrece para otros lugares, los datos que da sobre Castilleja (como la llamaremos en adelante)  figuran mezclados con los de todas y cada una de las poblaciones que integraban el Campo de Tejada, es decir, que no distingue entre quienes repoblaron la cabeza de partido y todas y cada una de sus alquerías, que rondaban la treintena. Esta falta de diferenciación hace imposible conocer determinados datos sobre los primeros repobladores cristianos de Castilleja, tales como sus nombres, procedencia geográfica, extracto social, filiación u oficio. Sin embargo, dicho libro sí nos permite conocer otros aspectos específicos de aquella antigua Castilleja. En primer lugar, que la mayoría de aquellos primeros repobladores eran almocadenes y almogávares, es decir, los equivalentes a la tropa militar profesional de nuestra época (aunque es segura su presencia en la localidad, es imposible saber exactamente cuántos de ellos se cuentan entre los primeros pobladores cristianos de nuestra Castilleja). Dicha obra también dice que los cultivos más extendidos en su alfoz eran el olivar e higueral, a los que hay que añadir el cereal (trigo, principalmente).
Aunque no se señala expresamente en ninguna fuente de la época, parece que todo el término de Castilleja fue repartido como heredades. La heredad tenía la particularidad, frente al donadío, de que obligaba al beneficiario a no poder venderla hasta transcurrido un plazo previamente fijado por la administración, así como que su adjudicatario debía quedarse a residir en ella o en sus inmediaciones. Otras cuestiones relativas a la repoblación cristiana de Castilleja fueron la fijación de zonas comunales de monte y dehesa, a las que sus repobladores tenían derecho de disfrute. Por último, a cada uno de ellos se le dieron instrucciones de lo que debía, a cambio, aportar al fisco, tanto en materias primas, como en dinero.
Para que todo esto pudiese perpetuarse en el tiempo, la chancillería Alfonsina entregaba a cada beneficiario una carta de heredad, donde se especificaban los datos personales del heredado, así como la ubicación, dedicación y medidas de la heredad (una especie de título de propiedad). Sin embargo, ninguna de aquellas cartas se nos ha conservado, por lo que datos más concretos a este respecto deben ser extrapolados de aquellas otras que sí se conserven, aunque de otros lugares, con la extrema precaución que ello conlleva. Así, sabemos que fue frecuente que no se cumplieran los plazos fijados para poder vender aquellas propiedades, siendo ya entonces muy activo el proceso de compra-venta de las mismas. También, que era usual que la administración ampliara las heredades dadas a una misma persona.
De este modo, podemos hacernos una idea de cómo transcurrieron aquellos primeros años de vida en nuestra Castilleja recién reconquistada, comprendiendo las profundas transformaciones que se produjeron en la sociedad de la época.
Nada se ha dicho al respecto de la población hispano-musulmana que permaneció. Su número debió ser muy escaso, y aunque oficialmente se le respetó todo, o casi todo, de lo que tenían (religión, tradiciones, propiedades materiales…), en realidad su estatus de vencidos les llevó en poco tiempo a un estado de máxima pobreza, lo que les obligaba a convertirse en esclavos voluntariamente, y en un muy corto periodo de tiempo.
Por su lado, Tejada comenzó a despoblarse y no superó el impacto que supuso  la conquista cristiana,  desencadenando en un lento pero imparable declive que conduciría a su definitivo abandono en los primeros años del siglo XVl, hasta convertirse en un campo de pasto en beneficio de las poblaciones, como Paterna, Escacena y  Castilleja. Tres localidades que adoptaron el topónimo <<del Campo>> por su situación histórica y pertenencia al <<Campo>> de Tejada, de ahí nuestra Castilleja del Campo.

Artículo  basado en las investigaciones realizadas y escritas por Don José Antonio Lazcano Modi,  licenciado en Geografía e Historia.

Historia 015. Castilleja del Campo, miércoles 11 de diciembre de 2013