Por
Juan Carmelo Luque Varela. Cronista oficial de la Villa
En
el primer día del invierno, cuando los premios de la lotería de Navidad se
están repartiendo entres los afortunados y la mayoría de las comidas de
navideñas se han celebrado, las grandes
ciudades y pequeñas localidades llevan días
luciendo un especial alumbrado festivo anunciando una desbordante alegría en la
comunidad. Esto nos recuerda que la Navidad está cerca.
Y
es así porque diciembre es el mes de los recuerdos y para recordar. Cada día
significa algo: una comida, un regalo, una carta y también una ausencia. Esa
agenda que es la memoria se activa en los primeros días y nos avisa que tenemos
que encargar la carne, la chacina y el marisco para la cena de Nochebuena
(antes que suban los precios). También nos recordará que compremos aquel regalo de Navidad o para tenerlo con
anticipación para Reyes. En otro momento sonará el aviso para que enviemos
misivas de buenos deseos a familiares y
amigos en la distancia, ya que el recuerdo de sus risas y sus palabras nos
alegrará el alma y adornará nuestro
espíritu navideño. Otro día nos indicará la ausencia de alguien que ya no está,
que hace poco partió para siempre y que por esta fecha cumple años, su falta y
sus nombres empiezan a dibujarnos la tristeza de la pena.
Hablando
de memoria, vamos a recordar lo que queda de una programación que finalizará, como
el año, en los tres últimos días.
Opinión
del Cronista 060

